La noche se nos ha echado encima. las farolas están apagadas. No se ve nada. Las calles del fondo son parte ya de mi intuición. No sé. Antes de ayer dejé una pregunta en el aire. No sabía qué iba a pasar con las elecciones gallegas y vascas. En País Vasco ganó la secesión, la gente que quiere la independencia. No hay mucho que objetar. El 60% de la "vasca" votó nacionalista. El Galicia ganó el PP. Dios santo. Me jode mucho cuando la derechona se pone a incordiar a los andaluces porque aquí no se les da bola, aun cuando parezcan que se van a llevar las elecciones de calle. Menudos cabreos se pillan. Andalucía es izquierdista o no es nada. Galicia en cambio... Pero no, no quiero caer en lo mismo que la derechona más rancia. Si votaron al PP es porque creyeron en el Pp. Cosas más raras se han visto y yo no tengo derecho a dudar de ellas. Ayer trataba de explicarle a Dante Medina, el amigo mexicano, lo que ocurre con España, con este proyecto truncado que es España. Tanto Italia como Alemania se construyeron desde la razón, desde las luces y por eso es que permenecen incólumes más allá de ciertos brotes secesionistas del Alto Adigio o Val D´Aaosta. Francia hizo su revolución desde la razón y salvo el caso corso -entendible, por demás- sigue como el primer día. Portugal se ha hecho contra España y esa razón la mantiene unida. España ha fracasado como nación y como historia. España se hizo a través de bodas reales -o imaginarias- y zarandajas y así nos luce el pelo. Hoy toca divorciarse. Cinco siglos de convivencia no han logrado hacernos. Todo lo contrario. Hoy, ya lo sé, priva el elemento "económico", la sensación equívoca y perversa de que sin España se vive mejor, pero compartiendo o no ese criterio (ahí pienso que honestamente se equivocan: al menos los vascos), el caso es que como nación no damos más de sí. Ahora que hemos ganado el Mundial y las Eurocopas seguidas, ahora que estamos en los escaparates de todas las tiendas de deportes del mundo ahora que somos visibles, deberíamos decir, señores, se acabó lo que se daba, y volver a eso tan nuestro de las taifas. Un pueblo al que tanto le va la tragedia, debiera sortear los escollos de la confrontación y ofrecer fronteras antes de que sea demasiado tarde. Total, a los ciudadanos qué nos afecta. Los catqalanes piensan que van a vivir mejor sin el resto, y el resto pensamos que vamos a vivir mucho mejor sin los catalanes. Entonces, carajo, qué problema hay. Temo, sin embargo, a la derecha española, la de siempre, la unagrandeylibre. Ahí sí que hay peligro. vaya que sí.
He dicho alguna vez cuánto me gustan los portales? Un día prometo hablar de portales. Sí, joder, esos lugares que son antesala de las puertas, zonas donde casi todo es posible.
MI PATRIA
A veces me levanto y tengo patria, otras no, depende. Tiendo a confundir mi patria con mis zapatos y cada dos o tres meses siento que mi patria aparece cuarteada por caminos y calles un poco cuesta arriba y, claro, entonces voy y encargo otros zapatos y otra patria o los compro en un pobre mercadillo. Mi patria es eso, un pobre mercadillo, la lengua de una mujer en cinta que vocea sus zapatos mientras pisa un charco, pero también toda esa basura que queda cuando acaba su jornada, y el ir y venir de manos y de niños con zapatos y con mocos. Esa es mi patria. Y yo la quiero a mi manera, y la olvido también a mi manera y lo sé, lo sé, así como nunca daría mi vida por ella, tampoco de ella exijo más que le exijo a unos zapatos (que no aprieten, que me dejen caminar y que me duren...). Y es que mi patria, ya lo he dicho, viene siempre conmigo y por eso a veces invade otros países y otras lenguas, y la llamo por teléfono o me enseña los deberes, ya no sé. Mi patria, no sé cómo se las arregla, queda siempre bajo mis zapatos, en el lugar donde dejo mis zapatos cuando me meto en la cama y nunca sé si voy a despertar, ni qué patria me espera si por un casual despierto en otra parte o no despierto. Despertar, esa es mi patria. Me ha costado dios y ayuda dar con ella, pero, sí, desde luego, despertar será por siempre ya mi patria, y mis zapatos, bueno, servirán desde ahora para llevarme a donde vaya, incluida, naturalmente, mi patria, que es el despertar, o lo que sea, joder, que me estoy liando.
He dicho alguna vez cuánto me gustan los portales? Un día prometo hablar de portales. Sí, joder, esos lugares que son antesala de las puertas, zonas donde casi todo es posible.
MI PATRIA
A veces me levanto y tengo patria, otras no, depende. Tiendo a confundir mi patria con mis zapatos y cada dos o tres meses siento que mi patria aparece cuarteada por caminos y calles un poco cuesta arriba y, claro, entonces voy y encargo otros zapatos y otra patria o los compro en un pobre mercadillo. Mi patria es eso, un pobre mercadillo, la lengua de una mujer en cinta que vocea sus zapatos mientras pisa un charco, pero también toda esa basura que queda cuando acaba su jornada, y el ir y venir de manos y de niños con zapatos y con mocos. Esa es mi patria. Y yo la quiero a mi manera, y la olvido también a mi manera y lo sé, lo sé, así como nunca daría mi vida por ella, tampoco de ella exijo más que le exijo a unos zapatos (que no aprieten, que me dejen caminar y que me duren...). Y es que mi patria, ya lo he dicho, viene siempre conmigo y por eso a veces invade otros países y otras lenguas, y la llamo por teléfono o me enseña los deberes, ya no sé. Mi patria, no sé cómo se las arregla, queda siempre bajo mis zapatos, en el lugar donde dejo mis zapatos cuando me meto en la cama y nunca sé si voy a despertar, ni qué patria me espera si por un casual despierto en otra parte o no despierto. Despertar, esa es mi patria. Me ha costado dios y ayuda dar con ella, pero, sí, desde luego, despertar será por siempre ya mi patria, y mis zapatos, bueno, servirán desde ahora para llevarme a donde vaya, incluida, naturalmente, mi patria, que es el despertar, o lo que sea, joder, que me estoy liando.
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