El mundo según Garb es acaso la novela que catapulta a Irving a los mullidos brazos de la fama. Llevada al cine (las novelas de Irving han tenido mucha fortuna cinematográfica) es acaso su obra más popular y ese primera ventana para entrar en su peculiar mundo. Todavía se la sigue editando y acaso en ella estén ya expuestos los ejes de su escritura en gran parte autobiográfica y, por qué no decirlo, atestado de situaciones y personajes muy parecidos unos a otros. Podríamos afirmar que Irving es tan fiel a sí mismo, que no le importa plagiarse, repetirse, concebir historias y recreaciones que ya estaban en otras de sus novelas anteriores. Eso es lo que algunos llamarían ser fiel a sí mismo y otros menos complacientes plagiarse a sí mismo. En todo caso JIrving es libre de hacer lo que le plazca en sus historias si consigue con ellas "madurar" a un lector entregado que lo sigue desde hace unas cuantas novelas. Como su paisano Allen, Irving ofrece un mundo conocido con unas leyes más o menos contrastadas y eso hay lectores que lo agradecen. Yo no. O no exactamente. O no siempre. Yo no quiero sólo un mundo conocido, sino un mundo interesante e Irving no siempre consigue lo segundo. Después de leer cuatro novelas, estoy hasta el moño de la fijación de Irving por Viena, por los campus de colegios menores y por los viejos entrenadores de lucha libre o fútbol americano y por sus escritores. Sobre todo por sus escritoroes a los cuales no termino de creer. Debo confesar que no he sido capaz de concluir la novela, que me he quedado en la página 550, a 80 del final. ¿Y eso? Sencillamente he acabado aceptando que esta historia no me había atrapado y que a falta de casi nada ya no lo iba a hacer (y más constatando que los finales no son lo mejor de Irving). Como en Una mujer difícil, Irving no consigue echar a volar su relato, manteniéndolo casi siempre a escasa altura del suelo. Sñé que hay lectores que adoran esto. No yo. Yo busco chispa, busco riesgo, busco una textura interesante y nada de esto lo he hallado en sus 550 primeras páginas. Lo siento. Uno va asistiendo a sus capítulos con la esperanza de que su autor por fin entre en ebullición y logre conectar con lo que arriba hemos denominado "inspiración", eso que atisbamos sin el menor esfuerzo en su última novela, Personas como yo y por supuesto en El Hotel. En El mundo según Garp la trama es chata y creo que está escrita sin gracia y sin swim y así sus defectos de hacen muy evidentes. No encontramos en toda la novela un solo personaje conmovedor (salvo acaso la Jenny de las primeras páginas), ni nadie con el desparpajo de la Franny de El Hotel, que sea capaz de arrancarnos de nosotros mismos. No conecto con el humor de Irving, que tanto hace reir a sus lectores. No sé de dónde sacan que Irving es un autor que explota el humor. Su famosa crudeza no sorprende, pero reconozco que sabe hasta dónde hundir las manos en el barro. La construcción de personajes que es uno de sus mayores atractivos aquí apenas si resplandece. Helen pasa por sus páginas sin pena ni gloria. Jenny se diluye, Garb es un ser sin mucho que decir, la verdad, y su mundo ni nos conmueve, ni nos alienta, ni nos sorprende, ni nos produce la más mínima emoción positiva o negativa. Garp, sobre el que el lector, cifra tantas esperanzas a través del título, es un escritor anodino y un personaje sin "gracia" pese a que su autor trate por todos los medios de hacerlo interesante, pero no, Garb no nos seduce ni su mundo nos conmueve. Los demás personajes apenas si están esbozados y a veces no nos parecen sino caricaturas sin relieve. Los personajes le fallan aquí a Irving. Se salva, sí, el cuento de la violación entre los maizales y, con anterioridad el accidente (en Irving abundan los accidentes sangrientos) en el que fallece Walt y su hermano pierde el ojo. Estas páginas podrían salvar la obra, pero son demasiado pocas para una novela que aunque no carece de ambición, se queda sin ella. En estos dos momentos aparece una tensión dramática de una gran altura artística, pero no es la norma general de una novela en la que abunda el tedio y una forma de narrar nada conmovedora. Nunca sabemos con certeza ni hacia dónde se dirige la escritura ni de qué trata. Todo, según lo veo, demasiado superficial, en una escritura demasiado lánguida y sin nervio y sin propósito. Acabo ya con una reflexión que no quisiera dejar pasar. No es esta una novela cuyo eje sea precisamente la culpa, pero siento un cierto escalofrío al pensar que será el adulterio de Helen el que provoque el momento cráter en la novela, es decir que será tras el adulterio cuando se desencadene el castigo sobre la familia (Garb había tenido iguales aventuras pero esas aventuras resultan irrelevantes e inconsecuentes para la historia). No comulgo con ese feminismo que tiene en la culpa y en la guerra de los géneros su eje central, pero aquí es demasiado evidente que quien desencadena la acción más dramática y cuyas consecuencias son las más graves, es precisamente un adulterio femenino. En ese momento Irving tenía por primera vez la novela cogida por los mismísimos, pero prefiere no enfrentarse a una situación y a unas consecuencias que, desde luego, le hubieran llevado a una novela mucho más interesante y conflictiva. Tal hecho, según mi opinión, condena irremisiblemente esta obra a una lectura prescindible.
INSPIRACIÓN VERSUS IRVING
El mundo según Garb es acaso la novela que catapulta a Irving a los mullidos brazos de la fama. Llevada al cine (las novelas de Irving han tenido mucha fortuna cinematográfica) es acaso su obra más popular y ese primera ventana para entrar en su peculiar mundo. Todavía se la sigue editando y acaso en ella estén ya expuestos los ejes de su escritura en gran parte autobiográfica y, por qué no decirlo, atestado de situaciones y personajes muy parecidos unos a otros. Podríamos afirmar que Irving es tan fiel a sí mismo, que no le importa plagiarse, repetirse, concebir historias y recreaciones que ya estaban en otras de sus novelas anteriores. Eso es lo que algunos llamarían ser fiel a sí mismo y otros menos complacientes plagiarse a sí mismo. En todo caso JIrving es libre de hacer lo que le plazca en sus historias si consigue con ellas "madurar" a un lector entregado que lo sigue desde hace unas cuantas novelas. Como su paisano Allen, Irving ofrece un mundo conocido con unas leyes más o menos contrastadas y eso hay lectores que lo agradecen. Yo no. O no exactamente. O no siempre. Yo no quiero sólo un mundo conocido, sino un mundo interesante e Irving no siempre consigue lo segundo. Después de leer cuatro novelas, estoy hasta el moño de la fijación de Irving por Viena, por los campus de colegios menores y por los viejos entrenadores de lucha libre o fútbol americano y por sus escritores. Sobre todo por sus escritoroes a los cuales no termino de creer. Debo confesar que no he sido capaz de concluir la novela, que me he quedado en la página 550, a 80 del final. ¿Y eso? Sencillamente he acabado aceptando que esta historia no me había atrapado y que a falta de casi nada ya no lo iba a hacer (y más constatando que los finales no son lo mejor de Irving). Como en Una mujer difícil, Irving no consigue echar a volar su relato, manteniéndolo casi siempre a escasa altura del suelo. Sñé que hay lectores que adoran esto. No yo. Yo busco chispa, busco riesgo, busco una textura interesante y nada de esto lo he hallado en sus 550 primeras páginas. Lo siento. Uno va asistiendo a sus capítulos con la esperanza de que su autor por fin entre en ebullición y logre conectar con lo que arriba hemos denominado "inspiración", eso que atisbamos sin el menor esfuerzo en su última novela, Personas como yo y por supuesto en El Hotel. En El mundo según Garp la trama es chata y creo que está escrita sin gracia y sin swim y así sus defectos de hacen muy evidentes. No encontramos en toda la novela un solo personaje conmovedor (salvo acaso la Jenny de las primeras páginas), ni nadie con el desparpajo de la Franny de El Hotel, que sea capaz de arrancarnos de nosotros mismos. No conecto con el humor de Irving, que tanto hace reir a sus lectores. No sé de dónde sacan que Irving es un autor que explota el humor. Su famosa crudeza no sorprende, pero reconozco que sabe hasta dónde hundir las manos en el barro. La construcción de personajes que es uno de sus mayores atractivos aquí apenas si resplandece. Helen pasa por sus páginas sin pena ni gloria. Jenny se diluye, Garb es un ser sin mucho que decir, la verdad, y su mundo ni nos conmueve, ni nos alienta, ni nos sorprende, ni nos produce la más mínima emoción positiva o negativa. Garp, sobre el que el lector, cifra tantas esperanzas a través del título, es un escritor anodino y un personaje sin "gracia" pese a que su autor trate por todos los medios de hacerlo interesante, pero no, Garb no nos seduce ni su mundo nos conmueve. Los demás personajes apenas si están esbozados y a veces no nos parecen sino caricaturas sin relieve. Los personajes le fallan aquí a Irving. Se salva, sí, el cuento de la violación entre los maizales y, con anterioridad el accidente (en Irving abundan los accidentes sangrientos) en el que fallece Walt y su hermano pierde el ojo. Estas páginas podrían salvar la obra, pero son demasiado pocas para una novela que aunque no carece de ambición, se queda sin ella. En estos dos momentos aparece una tensión dramática de una gran altura artística, pero no es la norma general de una novela en la que abunda el tedio y una forma de narrar nada conmovedora. Nunca sabemos con certeza ni hacia dónde se dirige la escritura ni de qué trata. Todo, según lo veo, demasiado superficial, en una escritura demasiado lánguida y sin nervio y sin propósito. Acabo ya con una reflexión que no quisiera dejar pasar. No es esta una novela cuyo eje sea precisamente la culpa, pero siento un cierto escalofrío al pensar que será el adulterio de Helen el que provoque el momento cráter en la novela, es decir que será tras el adulterio cuando se desencadene el castigo sobre la familia (Garb había tenido iguales aventuras pero esas aventuras resultan irrelevantes e inconsecuentes para la historia). No comulgo con ese feminismo que tiene en la culpa y en la guerra de los géneros su eje central, pero aquí es demasiado evidente que quien desencadena la acción más dramática y cuyas consecuencias son las más graves, es precisamente un adulterio femenino. En ese momento Irving tenía por primera vez la novela cogida por los mismísimos, pero prefiere no enfrentarse a una situación y a unas consecuencias que, desde luego, le hubieran llevado a una novela mucho más interesante y conflictiva. Tal hecho, según mi opinión, condena irremisiblemente esta obra a una lectura prescindible.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario