HOTEL ROMA, PAVESE

 

Hotel Roma, Pierre Adrián (Editorial Tusquetets, Barcelona, 2025

Cesare Pavese, el escritor que se mató para que los demás aprendiéramos a  vivir 

Pavese es uno de mis autores de cabecera, no en vano he traducido su poesía completa y su célebre diario Oficio de vivir, al margen de un libro de cuentos, Tormenta de verano y otros cuentos. No sé cuándo ni porqué esta vinculación mía con Pavese. Desde hace tiempo leo todo cuanto se publica sobre él. Me pasa como con Pessoa y Baudelaire. Quizás ese sea el trío de escritores que he seguido con más insistencia a lo largo del tiempo y tengo sobre ellos una opinión formada. También Hernández, Cortázar, García Márquez, Claudio Rodríguez, Machado, Kavafis, Rimbaud, Nerval, Poe, Calvino, Moravia, Pratolini, Pasolini... pero acaso en menor medida. En fin, ahí están mis afinidades electivas. Pues bien, ha salido en estos días HOTEL ROMA de Pierre Adrian, un muy joven y talentoso escritor francés que se ha ocupado de Pasolini y ahora lo hace de su "oponente" Pavese, con este libro que se anuncia como una novela y no es una novela, que parece un ensayo biográfico pero tampoco es un ensayo biográfico, que tampoco es ni quiere ser un ensayo literario, pero que se lee bien, que no cuenta nada nuevo, que no incide en nada original pero que nos presenta a una personaje, Pavese, como lo que era, un pobre hombre, automarginado, distante, trabajador, exigente, pesado a veces, con el alma rota, con su corazón dividido entre sus Langhe, los paisajes de mito y de su infancia y Turín, el lugar de sus apariciones y de su vida intelectual y madura. No creo, lo digo con honestidad, que Pierre Adrián haya profundizado mucho en Pavese. Cuenta lo que ya sabíamos del genio piamontés, nos hace un retrato atractivo, sí, pero ya conocido, no añadiendo ninguna arista nueva. Se dice en la portada que PA retrata el último verano de Pavese, pero esto ni siquiera es cierto porque se ocupa muy de pasada por los últimos meses. Cierto es que Pavese no es demasiado expansivo en su diario en lo que respecta a su vida social, emocional o literaria, que los biógrafos como Lajolo fueron acaso demasiado creativos a la hora de afrontar una biografía y que los actuales como Vaccaneo, no acaban de dar el salto y colocarse ante una biografía si no definitiva, aproximadamente definitiva, pero nada de esto es óbice para entender que el libro de Adrian es un disparo al aire, un trabajo de cierto maquillaje que no se atreve a ser una novela (hay una especie de subtrama del descubrimiento pavesiano por parte del joven novelista recorriendo San Stefano Belbo, Turín, Brancaleone...), pero que dista mucho de ser una biografía que nos aporte una visión global o siquiera personal del escritor piamontés. Poco o nada nos dice sobre el mito, que en Pavese es esencial para entender su visión del mundo y de su última escritura, en concreto de quizás su mejor novela, La luna e i falò, de su labor de traductor y dinamizador de la literatura norteamericana en Italia, poco o nada sobre su meritoria labor en Einaudi, que bajo su batura se convirtió en una editorial de referencia en el ámbito italiano y europeo del momento. Todo parece girar sobre el por él mismo llamado vicio absurdo, el suicidio, un punto tan transcendental en su biografía como la idea del mito. La constante del suicidio es central en Pavese pues todos los ríos pavesianos se dirigen a él, ya desde su tierna juventud. El libro incide sobre otro de los puntos álgidos de Pavese: su conflictiva relación con la mujer... Y, sí, todo eso está muy bien, no lo discutimos, pero ése es ya un campo abonado donde es difícil sacar alguna nueva visión y para escribir viejas visiones, para no revisar nada, el esfuerzo de lectura quizás no valga la pena. El libro se lee bien, no ofrece dificultades, no se mete en ningún jardín (ni siquiera toca el tema del Cuaderno negro) y salva los escollos con naturalidad, pero yo esperaba más, mucho, mucho más del libro. Lo que sí me gusta es que las nuevas generaciones no se hayan olvidado del genio transalpino.

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