HUERTO DE LA MEMORIA

El Rodeo. Los robles.
Va cayendo la tarde. Apenas si son las seis. Sobre los tejados esa mancha verde que poco a poco declina en amarillo. Hoy he estado en El Rodeo, el huerto de mi padre. He cogido un saco de nueces y un par de cajas de manzanas. El suelo se ha rehecho con la otoñada y estaba verde y húmedo. Este verano era un terral y hasta el abedul que sembré hace cuatro años parecía haber perdido sus hojas. ¿Se recuperará? Supongo que sí. Dios, lo que han sufrido los árboles este verano. Por eso es una maravilla acercarse al huerto y verlo así, recuperado. Hace unos días hablé de mi padre. Fue él quien plantó los manzanos y fue él quien mucho más tarde plantó los nogales previendo el final de los manzanos. Hoy los manzanos están viejos y los nogales año tras año van dominando todo el espacio. Hace como diez años mi padre me dijo que me ocupara del huerto y eso he hecho. Nunca me gustó trabajar en el campo, acaso porque debía hacerlo por mera obligación: era como en casa nos ganábamos los cuartos. Yo me he impuesto no deshacerme del huerto porque es todo un símbolo familiar del esfuerzo y del amor a la tierra. Lo conservo como puedo. He sembrado cipreses, cedros, alerces, ginkgos, robles. A donde quiera que voy recojo semillas que planto en la terraza. Así tengo cipreses provenientes de Grecia (de la Akropolis, de Knosos, del Agora ateniense...), de Italia (del capitolio romano, de la Toscana, de Paestum), de España ( de Itálica, El Espino de Soria, de la Alhambra, del cementerio de Moguer...), de Portugal, de América. Este fin de semana iré a sembrar de nuevo. Me gusta saber que el huerto de mi padre se convierte en una especie de huerto de la memoria. De la memoria del hombre. Sólo quisiera que esos árboles que sembró mi padre con su infinito cariño por la tierra y por mí por el amor hacia la obra del hombre, se conserven durante mucho tiempo, que alguien observe en esa humilde obra humana una respuesta congruente a la violencia y a la infinita capacidad de ciertos hombres para destruir cuanto tienen a su alrededor.

Y hoy, el micro, como estaba prometido. Se trata de un micro curioso. Adivenen por qué:



VISIÓN

 
La minifalda pasa ante la zapatería y se detiene unos metros más allá, en la parada de autobús. Una vez allí, se apoya contra la marquesina y ve aparecer un autobús y luego otro y otro más. Las gafas del zapatero salen a la calle y la ven justo ahí, apoyada como suele en la marquesina. Hay un periódico extendido justo a su lado. Quizás haya algo detrás. Unos zapatos sucios, cruzados, el humo de un cigarro. Y llega el autobús y deja de haber un periódico, el humo del cigarro, los zapatos cruzados, pero la minifalda sigue apoyada sobre la marquesina. Las gafas una vez más están por preguntar algo, el precio de algo, pero una vez más se contienen. Cabizbajas vuelven a su zapatería. Media hora después vuelve a pasar la minifalda, esta vez junto a una camiseta negra que pone AC&DC. Las gafas la ven alejarse. Una lezna se introduce con saña en el cuero del zapato.

 

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