INSPIRACIÓN VERSUS IRVING



Notas de lectura: He estado leyendo durante estos días Una mujer difícil y El Hotel Newhampshire, ambos de John Irving, del que ahora leo El mundo según Garb. Tras mi primer encuentro con Irving, en Personas como yo (de la que ya comenté por estos pagos) me quedé con las ganas de seguir leyéndole. Me pareció que aquella novela podía ser el pórtico de un encuentro más largo y productivo con Irving, como así ha sido. Ya dije que las últimas cien páginas de aquel libro me desorientaron porque desactivaban de alguna manera la mina literaria que me había parecido vislumbrar en las precedentes. Me parecía Irving un autor a observar y a eso he dedicado los últimos días. Continué el periplo comenzado con Personas como yo, con una obra ponderada por todos o al menos por muchos de sus lectores. Una nujer difícil. Esta novela me decepcionó. No es que sea una novela irrelevante, pero sí una novela pretenciosa, demasiado "casual" y donde uno descubre con más frecuencia de la esperada las costuras, la carpintería, esas cosas que todo escritor ha de preservar en su taller. El inicio es, desde luego, demoledor, fantástico, de una plasticidad sobrecogedora, pero la novela se va diluyendo a partir de ahí. Cuenta la historia de cuatro escritores rodando a lo largo de tres generaciones, sin que ninguno de ellos llegue a cuajar de verdad en el lector excepto tal vez Ed, un tipo anodino -pero que sigue siendo fiel a un antiguo amor, lo que al final lo salva ante el lector- al que uno le acaba cogiendo afecto. Irving es un magnífico constructor de personajes y en esta novela los personajes están muy por encima de la historia. Tipos como Marion, la amiga periodista de Ruth (no consigo recordar su nombre) y Ed forman un trío de personalidades que acaban por salvar un texto demasiado traído por los pelos, al que le sobran demasiadas páginas y hasta toda la parte de la Ruth escritora que acaba metiendo sus narices por los ambientes más sórdidos de Amsterdam sin que acabemos de saber el porqué. Irving concibe sus novelas como un complejo mecanismo de tramas y subtramas quer van fluyendo como un río, pero en el caso de estos episodios de Ruth en Amsterdam, si salvamos el gusto irvingniano por lo sórdido, el mecanismo es ajeno a la trama o al menos podría ser irrelevante para la trama. En realidad Ruth es un personaje en gran parte malogrado al que no logramos identificar como significativo, salvo en su etapa de niña. El problema es que tanto el padre de Ruth como la misma Ruth tienen un papel determinante en la novela y no están logrados, no consiguen encarnar. Yo diría que andan pasados de rosca y en cierto sentido estereotipados. El humor irvingsiano no prende en ellos, como no prende sus status de personajes de encarnadura melodramática. Ni chicha ni limoná. En todo caso, Una mujer didf´cil es una novela entretenida, que se deja leer, que sin dejar posos relevantes, se aventura en ciertos elementos que pueden interesar a un lector confiado y que no quiere complicaciones con las profundidades dostoyeskianas. Es, de todos los libros de Irving que he leído, el que más debe a la figura de Dickens y, salvo en lo de la profesión de sus personajes (en este caso, escritores) yo diría que sigue su estela a rajatabla. Sospecho que este libro ha debido ser un libro difícil de escribir para su autor, y se nota que ha tirado de oficio, que no estaba exactamente "inspirado". En todo caso este libro junto a El mundo según Garp constituyen sus más sonados éxitos.


Ahora quiero hablar de inspiración a propósito de El Hotel de New Hampshire. En todo escritor o artista hay obras inspiradas y obras que no lo son. La inspiración, cualquier cosa que sea la inspiración, existe. Uno la puede tocar con las yemas de los dedos, como se puede tocar un árbol o un reloj de cadena. La inspiración es. Cuando uno ve La vaquilla de Berlanga o Los santos inocentes, de Camus, enseguida advierte que por ahí gravita la inspiración, y cuando uno escucha ciertas canciones de Sabina o de Led Zeppelin uno advierte que ahí ha merodeado la inspiración; cuando uno ve Pau Negre se dice a sí mismo que la inspiración se ha sentado en el regazo de su director durante todo el rodaje. Uno no puede leer Nada, de C. Laforet sin sentir que ahí está cuajando la inspiracion. Pedro Paramo es un libro de inspiración. Rayuela. La guerra del fin del mundo. El Gran Gatsby. Desayuno con diamantes. La familia de Pascual Duarte. Mortal y rosa. Tabaquería. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Elegía a Ramón Sitjé, La casa encendida, Poeta en Nueva York, Don de la ebriedad... A estas alturas de lo dicho yo opondría inspiración a oficio. El oficio es necesario para tirar hacia adelante, para poder marcarte un camino, para ser capaz de sacar algo adelante, incluso para hacer una carrera literaria. Sin oficio no hay nada. Los escritores solemos escribir de oficio, pues la inspiración raramente acude y sólo se queda el tiempo imprescindible entre nosotros. Muy poco, por lo general. Yo la experimenté en Majarón y creo conocer su experiencia. Bueno, El Hotel es una obra de inspiración. Desde la primera hasta casi el final de la novela (sigue sobrándole a Irving eso que él denomina el epílogo y que tiene 40 páginas), Irving da lo mejor de sí. Irving tiende a cierta sobreactuación en sus novelas, a una cierta dosis de extravagancia, pero aquí tal sobreactación juega a su favor, porque El hotel no se reviste de los signos de una novela realista, prescinde de los patrones del realismo a ultranza como acaso sí sucediera en Una mujer dificil y la apuesta le sale bien muy muy bien, diríamos. Hotel cuenta la extravagante historia de una familia bastante singular que va "ocupando" o dando vida a hoteles, con personajes inolvidabes (la descarada y siempre genial Frannny, la misteriosa liliputense Lilly o el padre soñador, lo son sin duda alguna) y un reparto realmentre excepcional de figurantes y suculentos personajes secundarios, con momentos de vibrante literatura, de descarada inspiración (como la fiesta de fin de año en el primer hotel, o casi todo el episodio de Viena), donde todo sale, desde el regate en corto hasta el pase en largo. Todo. Que Irving es un grandísmo escritor se demuestra en esta novela y en personajes como los que llenan de vigor estas páginas que no tienen nada de fácil ni mucho menos. Aficionado al circo, Irving se la jugó con esta novela y sin duda ganó la apuesta  El hotel New Hampshire, recomendadísima. Una pasada, vamos.
El mundo según Garb es acaso la novela que catapulta a Irving a los mullidos brazos de la fama. Llevada al cine (las novelas de Irving han tenido mucha fortuna cinematográfica) es acaso su obra más popular y ese primera ventana para entrar en su peculiar mundo. Todavía se la sigue editando y acaso en ella estén ya expuestos los ejes de su escritura en gran parte autobiográfica y, por qué no decirlo, atestado de situaciones y personajes muy parecidos unos a otros. Podríamos afirmar que Irving es tan fiel a sí mismo, que no le importa plagiarse, repetirse, concebir historias y recreaciones que ya estaban en otras de sus novelas anteriores. Eso es lo que algunos llamarían ser fiel a sí mismo y otros menos complacientes plagiarse a sí mismo. En todo caso JIrving es libre de hacer lo que le plazca en sus historias si consigue con ellas "madurar" a un lector entregado que lo sigue desde hace unas cuantas novelas. Como su paisano Allen, Irving ofrece un mundo conocido con unas leyes más o menos contrastadas y eso hay lectores que lo agradecen. Yo no. O no exactamente. O no siempre. Yo no quiero sólo un mundo conocido, sino un mundo interesante e Irving no siempre consigue lo segundo. Después de leer cuatro novelas, estoy hasta el moño de la fijación de Irving por Viena, por los campus de colegios menores y por los viejos entrenadores de lucha libre o fútbol americano y por sus escritores. Sobre todo por sus escritoroes a los cuales no termino de creer. Debo confesar que no he sido capaz de concluir la novela, que me he quedado en la página 550, a 80  del final. ¿Y eso? Sencillamente he acabado aceptando que esta historia no me había atrapado y que a falta de casi nada ya no lo iba a hacer (y más constatando que los finales no son lo mejor de Irving). Como en Una mujer difícil, Irving no consigue echar a volar su relato, manteniéndolo casi siempre a escasa altura del suelo. Sñé que hay lectores que adoran esto. No yo. Yo busco chispa, busco riesgo, busco una textura interesante y nada de esto lo he hallado en sus 550 primeras páginas. Lo siento. Uno va asistiendo a sus capítulos con la esperanza de que su autor por fin entre en ebullición y logre conectar con lo que arriba hemos denominado "inspiración", eso que atisbamos sin el menor esfuerzo en su última novela, Personas como yo y por supuesto en El Hotel. En El mundo según Garp la trama es chata y creo que está escrita sin gracia y sin swim y así sus defectos de hacen muy evidentes. No encontramos en toda la novela un solo personaje conmovedor (salvo acaso la Jenny de las primeras páginas), ni nadie con el desparpajo de la Franny de El Hotel, que sea capaz de arrancarnos de nosotros mismos. No conecto con el humor de Irving, que tanto hace reir a sus lectores. No sé de dónde sacan que Irving es un autor que explota el humor. Su famosa crudeza no sorprende, pero reconozco que sabe hasta dónde hundir las manos en el barro. La construcción de personajes que es uno de sus mayores atractivos aquí apenas si resplandece. Helen pasa por sus páginas sin pena ni gloria. Jenny se diluye, Garb es un ser sin mucho que decir, la verdad, y su mundo ni nos conmueve, ni nos alienta, ni nos sorprende, ni nos produce la más mínima emoción positiva o negativa. Garp, sobre el que el lector, cifra tantas esperanzas a través del título, es un escritor anodino y un personaje sin "gracia" pese a que su autor trate por todos los medios de hacerlo interesante, pero no, Garb no nos seduce ni su mundo nos conmueve. Los demás personajes apenas si están esbozados y a veces no nos parecen sino caricaturas sin relieve. Los personajes le fallan aquí a Irving. Se salva, sí, el cuento de la violación entre los maizales y, con anterioridad el accidente (en Irving abundan los accidentes sangrientos) en el que fallece Walt y su hermano pierde el ojo. Estas páginas podrían salvar la obra, pero son demasiado pocas para una novela que aunque no carece de ambición, se queda sin ella. En estos dos momentos aparece una tensión dramática de una gran altura artística, pero no es la norma general de una novela en la que abunda el tedio y una forma de narrar nada conmovedora. Nunca sabemos con certeza ni hacia dónde se dirige la escritura ni de qué trata. Todo, según lo veo, demasiado superficial, en una escritura demasiado lánguida y sin nervio y sin propósito. Acabo ya con una reflexión que no quisiera dejar pasar. No es esta una novela cuyo eje sea precisamente la culpa, pero siento un cierto escalofrío al pensar que será el adulterio de Helen el que provoque el momento cráter en la novela, es decir que será tras el adulterio cuando se desencadene el castigo sobre la familia (Garb había tenido iguales aventuras pero esas aventuras resultan irrelevantes e inconsecuentes para la historia). No comulgo con ese feminismo que tiene en la culpa y en la guerra de los géneros su eje central, pero aquí es demasiado evidente que quien desencadena la acción más dramática y cuyas consecuencias son las más graves, es precisamente un adulterio femenino. En ese momento Irving tenía por primera vez la novela cogida por los mismísimos, pero prefiere no enfrentarse a una situación y a unas consecuencias que, desde luego, le hubieran llevado a una novela mucho más interesante y conflictiva. Tal hecho, según mi opinión, condena irremisiblemente esta obra a una lectura prescindible.

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