DOS CUENTOS




Hoy os dejo con dos cuentos. Bueno un cuento y otra cosa, no sé.



HURACANES

No, Cristina no ha llegado todavía. La arrastró un huracán ya va para tres meses y de momento no ha vuelto. No es que temamos especialmente por ella, porque se conoce bien los huracanes y estamos seguros de que cuando se canse, volverá. Lo que temo es que a éste le coja afición, como le ocurrió a madre, que después de irse con todos los que pasaban por aquí, ya de mayor, se largó con uno y nunca más quiso saber de nosotros. A mí, que siempre he sido una incomprendida, me dio por los hombres y ya ve usted, aquí me tiene, en el Texaco Girĺs y esperando a Cristina, que, como le digo, tiene que estar al llegar.






CUIDADO CON EL OMBLIGO


Mientras pueda olvidarme de mi ombligo, todo estará en orden y en paz y las paredes serán paredes y árboles los árboles, mi madre me llamará por mi nombre y el mar seguirá haciendo su particular ruidito al despertarme (pero yo vivo lejos del mar), porque mi ombligo es como un pozo sin fondo y, si me apuran, mi ombligo es el fondo de un pozo sin fondo, de modo que cuando dice aquí estoy yo y comienza a chupar de mí, a tirar de mí hacia ese fondo sin fondo suyo, entonces, compadre, estoy perdido, porque no hay un fondo fondo, no sé cómo decirlo, y, por más que baje, siempre puedo bajar más y más y más, y no siempre es posible aguantarme a un árbol o agarrarme a una madre o a unas paredes, porque el ombligo me tira de todos lados, desde los calcañares y desde la memoria, desde la rabia, desde mis hijos o desde la más pura indolencia... y entonces descubro con pavor que estoy otra vez a merced del fondo fondo de mi ombligo y que importunarlo es como importunar a todos los diablos y que alentarlo es como alentar a todos los diablos, y que lo mejor es dejarlo en el fondo sin fondo de sí mismo y no andar echándole trocitos de carne, ni veneno, ni sobras de la cena, ni versos, ni nada de nada y dormir y llegarme cada día al instituto o a la madre olvidado del ombligo, y cruzar mucho los dedos, compadre, por si acaso...

2 comentarios:

champiabo dijo...

cuentan,que hace mucho,en un hermoso lago, entre verdes montañas,alguien se hundió hasta el fondo arrastrado por su ombligo.Narciso se llama la flor que señala el lugar. Los ombligos son muy peligrosos desde muy antiguo.

MANUEL MOYA dijo...

Eso dicen, Champiabo.
Si alguna vez te compras un ombligo, recuerda que tenga todas sus vacunas, sus certificados de buena conducta y sea de buena planta. Un mal ombligo puede estrangularte, pero ya.

venga

mm