PIZZAS

Desde mi ventana veo a una mujer desnuda. No sé por qué pero la supongo amasando una pizza. Es hermosa. Se siente segura de sí misma. Ha llegado un punto en la vida en que se ha dicho que ya es hora de sentirse bien consigo misma y con todo cuanto le rodea. El sol dora sus caderas y sus pechos flotan con la levedad de un melocotón pendiendo de la rama. No sabe que la estoy mirando o quizás lo sepa y no le importe. Por qué habría de importarle. Lo que verdaderamente le importa es que se siente bien, lo que esencialmente le importa es que se sabe viva, lo que le importa de verdad es que está en el mundo, lo que le importa muy muy mucho es que está disfrutando al amasar esa pizza. Y yo no la contemplo porque esté desnuda, sino porque está tan tremendamente viva que yo, al lanzar mi mirada hacia ella me siento más vivo y me voy curando de esta indiferencia que es el vivir, y me voy sacudiendo de esta rutina bárbara del vivir, y miro a esa chica como a una liberación y ahora no hay en el mundo más que esa chica y todo cuanto pasa por la mente de esa chica. Gracias.


VOLUNTAD DE DESORDEN

Y tu voluntad de desorden,
tu propósito de incertidumbre,
el dulzor de tus mareas...
barrotes que un día se cerraron sobre mí
y de los que ya nunca he logrado liberarme.

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