Desde el más allá parece llegar últimamente la realidad. Los padres se ponen de huelga para protestar por los recortes en la educación de sus hijos y el ministro -un bocazas de tomo y lomo, descendiente al parecer de los Wert de Riotinto- los tacha de antisistema o de izquierdistas recalcitrantes. Una campaña orquestada desde la extrema izquierda, dice este imbécil. Lo peor no es que nos gobiernen como lo están haciendo -desde el desgobierno-, lo peor es que son un atajo de imbéciles y embusteros. La derecha vasca o la derecha catalana, salvo excepciones, dan gente responsable y coherente, con un cierto tono y un cierto saber estar, pero la derecha castellana, gallega, levantina o andaluza lo que da son mastuerzos, señoritingos de mierda, explotadores de tres al cuarto. A este Wert, que parecía como más fino, le bastan dos telediarios para ponerse en plan Babieca. Pobres. A ver cómo le salen las elecciones de hoy en Galicia y País Vasco.
ESTORNINOS
Comprobé que ninguna de las cartas era la que estaba esperando. Entonces hice que Hamruch las pusiera en la bolsa y las metiera junto a las demás en el congelador. Pasó todo el invierno. Mi única esperanza al correr los visillos cada mañana era que al menos ya hubiesen vuelto.
***
Y volvieron. Eran muchos, demasiados. No recordaba tantos. En pocos minutos consiguieron oscurecer todos los árboles del jardín. El ruido llegó a ser ensordecedor, pero yo me sentía alegre, porque al fin habían vuelto.
No sé cómo, pero unos pocos consiguieron penetrar por la chimenea o tal vez por el hueco del buzón. Cuando escuché la bocina del coche de Hamruch y se marcharon volando, ya habían acabado con mi otro brazo. Ella misma cayó muy poco después, sin poder alcanzar el porche. Saciados, fueron a posarse en los álamos del río, como los otros años, donde yo pudiera verlos.
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