VIOLETA

Hoy hablaré de Violeta. De Violeta C. Rangel y La posesión del humo. Desde su "invención" son muchos amigos y poetas amigos que me dicen, con una suerte de sorna, que la obra de Violeta es mucho mejor que la mía. Y es cierto, es mucho, muchísimo mejor. Quién lo pone en duda. Yo no soy muy de comparar, pero ahí tengo que transigir. La obra de Violeta es mucho mejor y más intensa que la propia. Hasta aquí, todo correcto. Todo normal. Yo eso no lo considero un problema, como espero que nadie entienda como un problema cuando afirmo que la obra de Violeta es acaso la obra poética más interesante escrita en España desde hace veinte años. Es jodidísimo que esto lo diga su autor, pero es que es así. Cada día que pasa es más así. Lo siento con quien se incomode con esto. Yo, lo advertí, hoy no voy a andarme con chiquitas. En tiempos ya me apalearon por firmar como Violeta y espero que otra vez me apaleen por afirmar lo que ahora afirmo, aquí, para quien quiera escucharlo. Han pasado quince años desde su salida a la bolsa poética y ese libro sigue cotizando al alza. Muchos nuevos lectores se enfrentan alucinados a sus páginas. El libro ha sido la puerta de entrada a muchos lectores de poesía. Fue bandera de ciertas "élites" marginales, como la del feminismo y los okupas. Por cierto, que en ambos colectivos acabaron por quemar simbólicamente el libro cuando se enteraron de su autoría. Nada que oponer: sus versos tenían vocación pirológica. Es un libro que puede ser de todo, pero no admite la indiferencia. A quien le gusta, le gusta, pero a quien no, dios, puede llegar a serle vomitivo. No hay muchas obras que puedan decir esto, ¿verdad? ¿Hay muchos libros escritos en los albores de los 90 que puedan decir lo mismo?  A qué libro se parece La posesión. Quizás a ninguno. Nada que ver con David González, nada que ver con Roger Wolfe. ¿Céline acaso? Desde luego nunca ha sido un libro oficial. La crítica -que no los lectores- nunca supo enfrentarse a él. Lo despacharon como una impostura. ¿Impostura? ¿Conocen algún libro de las últimas hornadas que muestre una postura más rabiosamente clara? Es un libro que se posiciona, que no se anda con chiquitas. La crítica prefirió quedarse en la ferocidad lingüística, en la carga de sordidez que recaía sobre sus versos y nada más. Era más cómodo así. No indagó más. Hubo incluso los que aplaudieran el libro y luego se asustaron. Jamás daré nombres. Hoy, quince años después de su publicación, la obra de Violeta cobra mucho más sentido que cuando se escribió. Aquéllos fueron tiempos de vacas gordas. Habíamos descubierto las maravillas de la nueva cocina, la maravillas del nuevo estatuto de nuevos-ricos, conocimos Estambul, éramos la polla en verso. Violeta, por contra, miró hacia otra parte, hacia ese otro lado donde era difícil y arriesgado mirar. Hacia la parte B, hacia los extramuros. Hacia el estercolero. La parte invisible, pero no porque no se viera, sino porque no nos daba la gana mirarla. Estábamos en la pasarela Cibeles, en la hipoteca, en ese dindiós. Mientras todos idolatrábamos al becerro del yo (me incluyo, claro) y de la modernidad, Violeta se puso tremenda, se alzó las faldas y miró hacia afuera, hacia donde nuestras gafas de diseño no nos permitían mirar. ¿Realismo sucio? Entonces se dijo que aquello era realismo sucio, sí, pero ahora, visto con la óptica de las nuevas gafas baratas compradas en el chino, era puro realismo, un realismo sin adjetivación, la parte escondida o no visitada de la realidad. Lo curioso es que todo eso fue construido con un lenguaje condenado a la caducidad, con una estrategia de derribo. Y aquel libro heterodoxo, descarado, rabioso, incómodo, malhablado, pestilente, vocacionalmente orillado, hoy gana terreno a esos otros libros que fueron bendecidos por las distintas oficialidades, escritos para agradar, y de los que hoy pocos se acuerdan. Sí de Violeta, es curioso. Escribo todo esto porque Violeta hace ya demasiados años que no se encuentra disponible y no la considero obra mía, sino obra de un tiempo. Nunca quise adscribirme con ella a ninguna escuela ni la paseé como un cadáver patético por los cenáculos. Me ofrecieron varias pantomimas y me negué. Ahora me preguntan a veces si algún día volverá y suelo contestar que no lo sé, pero que lo veo difícil. Ella, Violeta, como la lluvia, viene cuándo y cómo quiere. Yo nada tengo que ver con ella.

Vierto aquí, para quienes no conozcan a Violeta (mayormente los lectores extranjeros del blog), la primera parte del libro La posesión del humo. Algún día de éstos, dejaré un par de poemas inéditos. En todo caso, pido perdón si mis palabras incomodan a alguien. Hoy, qué le vamos a hacer, he salido violetero.


LA POSESIÓN DEL HUMO

Violeta c. Rangel nació en Sevilla 1968, aunque la mayor parte de su vida transcurre en Barcelona. Dedicada a la prostitución, en 1992 fue recluida en el hospital A. Gosier de Marsella, del que escapó un año más tarde. Su vida desde entonces ha consistido en un continuo peregrinaje por los dispensarios sociales de media España, como refleja en su novela autobiográfica "Vamos, puerta". En la actualidad vive en un pueblo andaluz dedicada a la botánica.
Su obra poética se reduce a dos libros, La posesión del humo (Hiperión, Madrid, 1997) y Cosecha roja (Baile del Sol, Tenerife, 2007). Traducida a media docena de lenguas, su obra sigue despertando un interés creciente entre los jóvenes poetas de dentro y fuera de España.
Una poesía desgarradora, nacida en el extrarradio, volcada hacia las zonas más sombrías de la realidad y de nosotros mismos, heredera de Dostoyevski, Cioran o Celine que indaga a través de un lenguaje erizado, beligerante y, conscientemente perecedero, en las zonas peor iluminadas de nuestra conciencia, desde una postura desafíante y perturbadora. Una voz distinta, que nos habla de territorios extramuros, de derribos, pero donde a veces, se produce el breve temblor de la ternura.
 
 


VIOLETAVioleta la del Born,
oficio sus labores,
carrer de Regomir, antes Comerç,antes Aldana

(así hasta doce), antecedentes tiene,
estado civil charnega (aunque no es cierto
y puedo hasta probarlo), valor tres mil,

pensión aparte.



 
PIDO al cielo que la casa donde vives
caiga sobre ti, ¡rata piojosa!

que un matón ón te abra la cabeza y que tus hijos,
te coman las entrañas
e incluso así
no pagarías, ¡hiena inmunda!
Me queda ese consuelo de saber que eres escoria,
pura escoria, negra escoria, sólo escoriay que a tu muerte hace tiempo que asistí

Brindo por ella.

 

 

 

PASIONES COMPARTIDAS
 

Es verdad, quisiera desclavarte,
descansar, hacer de tonta,
tomarme un tripi a tu salud
y luego descorchar una granada.
Volar ha sido siempreuna pasión que compartimos.



 

 

 

ECHA
el resto en los bujíos, pon a cien a esos pringaos.

Arranca bocas, pendonea,
hazte virgen, lola, dales gusto,cales luego la guita y piérdete,

corazón mío.


 
 A DEL LIBRO

 
¡Maldita sea, acaba ya! ¡Muévete, vamos!

Enciendo un cigarrillo,
me acerco a la ventana.

¿Oye tía,  no tendrásno tendrás

una papela, algo de goma?
En la calle la cosa está animada:

el mismo frío, el mismo personal
buscándose los cuartos,
unos maderos tronchados con un paisa
al que obligan, pipa en ristre,
a tirarse a la farola.
 

La pava de la tele
tranquiliza. Libros, rosas,
la importancia de cervantes
(este año se lo han dado a una cubana),

el rey sonriendo, como siempre,
a la parroquia...
Un charnego se acerca a preguntar
por el pescado
y la Palmira, con el cuento,
se lo sube a la pensión. Escucho aplausos.

Noches como esta te abren el estómago.

 

 


PO
ÉTICA

un poema es una sepultura,
y, cielo, tú
debes caber dentro


 

 

 

CAL VIVA
 

Nadie repara un corazón,

nadie devuelve una memoria ni un castigo,
la casa de tu padre no está en venta

y en tus entrañas nace un árbol viejo.

 

 

 

LOS cisnes no funcionan esta noche.
Pompeya, la gachí que escupe por sus mellas

la leche de cien cristos, me pide cinco trompos
para un chute. El cajero se hace el duro
cuando metes la tarjeta.
Conoce los tatuajes, los pinchazos, estos morros
y no afloja ¡el muy pendón! ¿Le meto fuego?


 

 

 

UNA no sabe a qué carajo juega,

ni cuál es la maldita utilidad de esta partida.
Tranquila, me dice Josemari, el Cubatriste,
cuando esos hijoputas te muelan las ventrechas,
lo sabrás.

Ahora a lo nuestro.

 

 

LA Guanchi es la que vino de Canarias.
Jodida y bien jodida, se quiere abrir las venas
con un simple abrelatas. Hace meses que se mete
optalidones y basura que encuentra en los derribos.
Como loca se harta de insultar a los maderos
-está en busca y captura- y al padre de una hija

que no ve desde hace cuánto.

Por los clavos de Cristo, le grito,
compórtate y olvida.


 

 

 

HACEDME un último favor:

firmad donde os indiquen.
Yo el cuerpo no lo quiero para nada,
mejor que lo aprovechen.
Para algo servirá,

si acaso vigilad que me haya ido
cuando abran, retacen y congelen.

 

 

 

D
ÍA DE GARRAFA

 
Días, como todos,

de garrafa.



HOLLY, LA DE LAS HORAS NEGRAS

 
 
Hoy, querido, me rozan los tacones
y la luz se va en lo mejor del polvo.
La lluvia muerde un corazón.
Mi coño admite tus tarjetas.



1 comentarios:

MANUEL MOYA dijo...

Perdona, anónimo. Sin querer he borrado tu comentario. Tan emocionado estaba de que alguien escribiera por fin uno, que te iba a contestar agradeciendo el tuyo y zas, lo he borrado sin darme cuenta y ahora no sé cómo recuperarlo. Perdona, vale?
Puedes repetirlo, obviamente.