DOS AGUAS


Entre dos aguas. Ayer llegué de Sevilla adonde recogí el Hermanos Machado y mañana viajo rumbo a Almansa (Albacete). Ahora un avión cruza el aire. Ida cruza el aire, duerme en el aire, corre hacia el mar del aire. Gracias a los que ayer estuvisteis en Sevilla conmigo, a todos. Desde el maestro Antonio que observaba cómo se le iba cayendo a la gente los gerundios, hasta Ida, que apareció en la luz y se escondió entre los árboles, a Luis Manuel Castillo o a Manolo Ojeda (tío, no me acostumbro a llamarte Carlos), a Concha y a Jo´se, que fueron una aparición, a Julio que llegó tan guapo luego, hecho también luz. También ayer me encontré con una inesperada carta manuscrita -¡!- de G. Carnero, ¡...!, mi admirado Carnero, que hablaba de Apuntes del natural. Gracias, nuevo amigo, por tus palabras.
 
Siendo así todo, con este mediodía, con estas cosas hermosas que corren tras las mariposas y los vencejos, niño, me siento melancólico. Una sombra se proyecta sobre mi estómago. Algo se agarra a mi tráquea. Siento calor y a la vez frío. Estoy recluido y en mí. Eso basta.
 
Hoy os dejo con un poema de G. Carnero, vale?

El Embarco Para Citerea

Guillermo Carnero


Hoy que la triste nave está al partir,
con su espectacular monotonía,
quiero quedarme en la ribera, ver
confluir los colores en un mar de ceniza,
y mientras tenuemente tañe el viento
las jarcias y las crines de los grifos dorados,
oír lejanos en la oscuridad
los remos, los fanales, y estar solo.
Muchas veces la vi partir de lejos,
sus bronces y brocados y sus juegos de música:
el brillante clamor
de un ritual de gracias escondidas
y una sabiduría tan vieja como el mundo.
La vi tomar el largo,
ligera bajo un dulce cargamento de sueños,
sueños que no envilecen y que el poder rescata
del laberinto de la fantasía,
y las pintadas muecas de las máscaras
un lujo alegre y sabio,
no atributos del miedo y el olvido.
También alguna vez hice el viaje
intentando creer y ser dichoso
y repitiendo al golpe de los remos:
aquí termina el reino de la muerte.
Y no guardo rencor,
sino un deseo inhábil que no colman
las acrobacias de la voluntad,
y cierta ingratitud no muy profunda.





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy ENHORABUENA Manuel.
Gracias, por ofrecernos TU PALABRA(alta literatura), TU LIMPIA GENEROSIDAD, TU INEQUÍVOCA BONANZA DE INTELIGENTE SERRANO a todos-as. Al mundo, este mundo.

ABRAZOS
Jóse y Concha