EL VERANO ÁRABE

Después de la primavera llega el verano. Hoy las llamadas democracias occidentales están de enhorabuena porque el ejército egipcio ha tomado las riendas del país y echado a los musulmanes. Hoy todos los votos de hace apenas año y medio son papel mojado, cagarrutas. ¿Se equivocaron los egipcios al dar la mayoría en la cámara y el gobierno a los hermanos musulmanes y al tal Mursi? Yo creía, ya ves tú, que la democracia era la fórmula política que los ciudadanos se daban  a sí mismos
para rectificar sus errores, sus confianzas y sus defraudadas esperanzas. Yo creía que un voto vale para sustituir a otro voto. Yo que nací con el miedo en los huesos, bajo la luenga capa de la guardia civil, prefiero mil veces un voto a un tipo con camisa caqui, por más ese voto vaya a un grupo paramilitar griego o francés y esa camisa caqui la luzca Sor Citröen o Letitia Casta. Y es que yo soy tan torpe y tan cabezota que me gusta jugar al fútbol con las normas del fútbol y ver Eurovisión con las normas de Eurovisión. Otra cosa será que me guste el fútbol o eche pestes de Eurovisión. Pero en la actual política no parece haber normas. Ninguna norma. Ninguna calidad moral. Ningún compromiso con la coherencia. Al parecer, una dictadura es buena si es de nuestro color, si se aviene a nuestros intereses, si baila mambo con nosotros, si nos da vidilla, si el dictadorcete nos cae dabuten, si toma güisqui con nuestro reyezuelo, si nos compra tanques, azulejos o nos ficha a un cuñado para entrenador de balonmano. En los telediarios de toda la vida nunca escuché el nombre de Mubarak asociado a ninguna dictadura, ni a los jeques y reyes de la península arábiga o los sátrapas del Maghreb los trataron de despreciables, que es lo que son. A esta gentuza nos la vendieron y venden como tipos buenos, gente de orden, amigos de toda la vida que se dejan los pretrodólares en Marbella. El único dictador de los telediarios era el abominable Castro... y el bravucón Chavez, porque a ellos, no sé cómo decirlo, les iba más la canción protesta y les sentaba como dios el papel de mosca cojonera. Incluso el sátrapa Gadafi, que se había pasado a colaborar tras el susto de la invasión, parecía un chico bueno y arrepentido y si no que se lo dijeran a sus intimos Berlusconi y  Sarko, esos mendas. Tras estallar la primavera árabe me enteré que el padrecito Mubarak era un dictadorzuelo de la calaña de Gadafi o del atual rey de Marruecos, el tal Alasad, el rey jordano o el presidente argelino. Aun así, el bourbonazo -puaffff- no tiene mejor cosa que llamarlos hermanos, y reunirse al jijijajá con el mano alauita o con los coleguis reyes saudíes, esos demócratas de macramé que van linchando mujeres, indultando a maridos crueles, metiendo en la cárcel a los disidentes o periodistas críticos o haciendo desparecer de la chistera de los calabozos de Kenitra a los separatistas saharauis, por no hablar de otras lindezas que harían vomitar a un inoceronte. Sé que si yo fuera egipcio estaría a buen seguro en la plaza Tahrir y si fuera turco me lo pasaría en la Tashkin dando caña, pero eso es otra cuestión y que tiene tanto qe ver con la libertad de expresión. Sospecho que el tal Mursi se lo ha montado como el culo despreciendo a la ciudadanía, supongo que esa asociación entre religión y democracia laica como que sabe a pescadilla podrida, que se le ha ido la mano en cosas de orden moral -que el tronco asocia a las leyes coránicas-, que la situación económica del país es pavorosa, que se ha creído que el poder le daba patente de corso en cuanto pensaba o hacía... todo eso, pero no deja de ser verdad que ese tío está ahí gracias a unas elecciones democráticas y gracias al voto de los ciudadanos egipcios. A mí el capullo de R* (me niego a escribir su nombre) no me gusta un pelo, pues aparte de indolente y mentiroso, ha llevado a este país al borde del siglo XIX social y laboral, entre otras proezas neocomliberales, porque se ha aliado con esos demócratas de toda la vida de la curia (tan integristas como los hermanos musulmanes o acaso más) con el sano propósito de negar derechos ya adquiridos a las mujeres y aleccionar en principios religiosos a nuestros ciudadanos escolares, que desprecia al 90% de la población con sus decretos-leyes claramente minoritarios e injustos, de modo espero que en las próximas elecciones lo echemos entre todos al tacho de la basura, pero por ahora hay que soportarlo, por ahora no podemos decirle al ejército que lo saque de la Moncloa y nos traiga su linda cabeza barbada en una bandeja repujadita, tras ser seccionada o, mejor, recortada. Pero el ejército no está para sacar a nadie de ninguna parte, sino para garantizar que se cumplan las normas, incluida, claro, la del derecho a manifestar en la calle el rechazo a determinadas políticas, faltara más. A dónde iríamos a parar, si papá ejército nos dijera cómo quiere que sean las plazas de nuestros pueblos o nos dictara la longitud del pelo, de las faldas o de las convicciones sociales y éticas. Pues si esto vale para España, república del banano donde las haya, por qué no aplicarlo a Egipto o a Venezuela, a Argelia o a Pakistán. La primavera, se esta viendo, dará paso al verano y tras el verano vendrá el otoño, que dará paso al invierno. No dejemos al ejército que se constituya, no ya en árbitro, sino en delantero centro y pretenda rematar los corners y se lleve la pelota a mitad de partido porque no le hayan pitado un penalti que nadie, ni siquiera él, ha visto o simplemente porque está cansado. Ya digo, el fútbol fútbol y el padel padel. Si no nos perdemos, si no quién carajo puede garantizarnos que nos suceda mañana lo mismo en nuestras propias barbas.

SUMISIÓN
 
 
Como me dijiste que te dijera, te diré que no olvides que en el examen personal muestres sumisión, disciplina guiada, madurez, y seguridad dócil, pues los profes tienen sus vicios por el mando. Ah, pero no te muestres del todo sumisa, sino segura en tu proyecto, aunque dispuesta a modificarlo si la pinche voluntad del entrevistador quisiera llevarte por otros rumbos, porque luego, ya admitida, harás tu regalada gana... como consigues hacerlo siempre, así que suerte, Vidalita.

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