Qué bien centrifugarse. Dar vueltas sobre uno mismo, en medio de los demás. Dar vueltas en los demás en el pasmo de uno mismo. Ya no sé: después de dar tantas vueltas uno ya no sabe. Volver a Plasencia siempre es un placer. Su río estaba precioso, con sus chopos y su tiempo lamiéndole las orillas y esos puentes con sus ojos mirando temblorosos a los alcaldes y a a los siglos. A lo lejos Gredos con su crestería blanca. Plasencia y sus sobrias fachadas, sus palacios tímidos, sus mayorgas coloridos y algo tocahuevos, Plasencia calle sol calle la tea calle santana avenida de la vera puerta talavera. Esta vez el placer de visitar Plasencia, si cabe, lo ha sido más. Gracias, Ana, José Luis, Helena.
Quise ir a estar con los amigos y apoyar humildemente el evento de CENTRIFUGADOS y me traje la colada hecha. Bien sabe dios que no me prodigo y que más bien rehuyo las paradas y los concursos gremiales. Soy, eso dicen, un tipo raro. Pero en fin, es un lujo compartir momentos con Luis Felipe Comendador, un artista como la copa de un pino que impartió un taller sobre tuneo de libros que, te lo juro, me ha dejado una brecha abierta en el cuore: como loco estoy por ponerme a emborronar libros; hablar de todo con Fernando de Miguel, un poeta salmantino que me dejó honda impresión y sus dos libros publicados; Álvaro Valverde, grande siempre, acaso, no es ningún secreto, uno de los poetas vivos mejor amueblados y si no me creen, lean por ejemplo su último Más allá, Tánger, un libro que habla de la ausencia y de la cornada que la saudade va dejando en el alma; el también placentino Gonzalo Hidalgo (lean su Paradoja del interventor o cualquiera de sus novelas posteriores y me dicen); Marino Glez, el inefable e indesmayable editor, un tipo que tiene esa luz de la gitanería extremeña y que sigue ahí agarrado al yunque de la edición como un Edipo emeritense; Francisco Fuentes, un poeta joven y placentino, descubierto para mí por Marino y cuyo Tokio tokio gang bang, recomiendo desde ya a quienes quieran saber por dónde carajo va lo mejor de la poesía española joven -cuenten con él para el futuro; Juan Carlos Mestre, nuestro ciudadano siempre exquisito y pródigo, que sigue en ese estado de trance poético tan suyo y ya tan nuestro; Jordi Doce, a quien recuerdo por sus excelentes traducciones que publicamos en Sin embargo; Mariquiya Camacho, flamencona y de haiku en pecho (qué bien no los hiciste pasar, joía), Elías Moro, poeta emeritense y generoso; Ferrán Fdez con su escepticismo de cuño mediterráneo y sus trazas de buen editor; Javier Pérez Walias, un poeta a descubrir, junto a Elías; David Trashumante -tío, qué bueno tu libro, copón- y Jesús G que pusieron en pie la Tannhäuser; Mirian Reyes poeta ensimismada a quien no veía desde la época de Feroces, magnífica poeta; Javier Sánchez Menéndez, con esa pinta tan suya de caballo andaluz, a la vez elegante y poderoso; Irene Gruss poeta argentina a quien no conocía y a quien habré de seguir; Felipe Zapico desbordado por dentro; a los editores astures de Aventurasliterarias, una de las aventuras más hermosas que tuve ocasión de ver, donde aúnan literatura y cartografía, esas dos mis pasiones -¡suerte en esa aventura prodigiosa y gracias por vuestros planos: con ellos, juro que me perderé menos-... y bueno, luego esas adquisiciones, esas maravillas que son los libros de Piquero (50 poemas, la isla de Siltolá) y la Poesía completa de Julio Mariscal, un poeta extraordinario nacido en Arcos, a la altura de los mejores poetas del 50 (búsquenlo también en la Isla). En fin, la crónica podría dar mucho más de sí,tanto en libros como en encuentros, pero dejémosla aquí. Gracias José María Cumbreño por echarte a nadar a este Jerte bullicioso que trae las nieves de la sierra bejarana y de las gargantas veratas, por volar desde la catedral como aquel pirado extraordinario que talló el coro de la catedral. Me alegro mucho de que la concurrencia y la participación hayan sido extraordinarias. El año que viene, si te vuelves a lanzar a ese río proceloso, allí revolotearé, como un cormorán de interior, con mis islas y mis cosas. Un abrazo a todos.
3 comentarios:
Un placer compartir la palabra. Espero coincidir pronto
SAlud
Preciosa y precisa crónica, Manolo. Ha sido un placer compartir contigo esa colada placentina y cumbreña. Abrazo.
Zapi, Elías, un abrazo.
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