COPLAS FLAMENCAS, PLAZA DE ARRIBA



PLAZA DE ARRIBA


letras flamencas
manuel moya




Tras la muerte de mi padre, encontramos en su mesilla de noche un revoltijo de notas personales donde no faltaban unas letras flamencas que él habría ido atesorando a lo largo del tiempo con esa caligrafía suya de trazos altos que tanto me recuerda a un paisaje nuestro de castaños. Eran, por lo general, soleás anónimas, pero tampoco faltaba cierto fragmento lorquiano y algún que otro aforismo tal vez de su propio cuño, y es que mi padre tenía a veces momentos aforísticos, sentencias -él lo hubiera llamado así- que eran como voces dictadas desde la tierra y para la tierra, a la que tanto quería. Fue una de las impresionantes soleás anónimas encontradas entre estos papeles la que finalmente sirviera de epitafio a su tumba:

Dejo la puerta entorná,
por si arguna vé te diera
la tentación d empujá.

Tras su muerte, acaso como una manera de amortiguar su pérdida o de seguir su estela por los intersticios de la vida, fui escribiendo algunas letrillas flamencas en forma de cantes de trilla y soleás. En los cantes de trilla está claramente la voz de mi padre en la era, mientras trillaba -trillábamos- la parva. Imagino que algunos de aquellos cantes eran improvisados y, como tales, pasto del inmediato olvido. En las demás faenas agrícolas, no sé por qué, solía cantar carceleras y soleares, tal vez escuchadas a su padre, un buen aficionado al flamenco y sus alrededores, como también lo es mi tío Urbano. A ellos dos dedicaré estas coplas que pretenden beber de las aguas nucleares y profundas del flamenco.
El mundo del flamenco está empedrado de vaivenes y pulsiones que son, a mi juicio, los que lo hacen tan vivo y necesario. Desde hace al menos un siglo el llamado cante jondo deambula con absoluta serenidad entre la innovación y la pureza y acaso así deba ser, porque, siendo el jondo, un cante fundamentalmente de raíz, también debiera serlo de tronco, de rama, y de hojas vivas y muertas, de manera que la eterna controversia entre lo puro como clásico y lo vivo como presente, se renueve constantemente. Si el flamenco dejara de ser puro acaso se convirtiera en algo ajeno a las pulsiones individuales y colectivas que lo hicieron posible -y grande y jondo-, pero de no renovarse constantemente acabaría siendo un hermoso fósil de la etnografía meridional ibérica. Y como diría el impagable Manuel Molina en una preciosa bulería:

Me tengo que desidí
entre Seviya y Triana
y yo no sé dónde elegí.

Como poeta advierto con cierta desazón que la letra flamenca, núcleo esencial del cante, voz antes de la voz -recordémoslo-, está muy poco valorada dentro del cante flamenco. Salvo excepciones jamás se cita al autor de las letras que se van a cantar y el papel de los letristas es marginal, cuando realmente la letra es equiparable en importancia a la voz, la guitarra o la caja. Sin la profundidad y la precisión de las letras el flamenco sería simplemente un alarde de voz o de compás, pero perdería gran parte de su hondo atractivo. Si las letras no dijeran nada, o su mensaje fuera superfluo, el flamenco sería incapaz de entrar en conflicto íntimo con el oyente que no escucha voces ininteligibles, sino voces con sentido, historias que lo comunican con su experiencia y con su mundo íntimo. El sentido al flamenco se lo da, sin duda alguna, la letra. Una soleá sin letra no sería nada, y no digamos una seguiriya, un fandango o unas tonás. Imaginemos como imaginemos el origen del flamenco, no hay duda de que comenzó con una letra que el cantaó envolvió en una estructura rítmica ajustada y precisa que luego repitió con otras letras, de modo que cuando las estructuras rítmicas se llenaron de “letras”, fue cuando nació lo que denominamos palo, ese tallo vivo hacia donde se vierte la savia flamenca. Por eso choca tanto que los buenos cantaores frivolicen tan a menudo con letras pobres y mil veces escuchadas y no dediquen parte de su trabajo en buscar en esos cancioneros o en dejarse asesorar por quienes son capaces de encontrar buenas letras.

Podemos asegurar que el acervo literario flamenco es a día de hoy impresionante. Cientos de cancioneros personales y colectivos dan fe de ello. Sin embargo vengo advirtiendo que muchas veces los cantaores actuales -incluyendo a los más grandes- eligen letras poco o nada interesantes o adecuadas, disminuyendo de forma gratuita el valor de su esfuerzo y de su arte. Consideran erróneamente que lo único importante es el estado y la inmanencia de su voz. Pareciera que en pos de una supuesta y acaso mal entendida modernidad, todo les vale y hasta existen cantaores que se “jactan” de ser capaces de poner compás a la guía telefónica o a un manual de electricidad. Eso, con ser anecdótico y acaso abrir vías nuevas, no deja de ser una traición al espíritu radical -de raíz- del cante jondo, que es un arte vocal, sin duda, pero que también es una manera de llevar desde la raíz las pulsiones esenciales del hombre. Cuando se frivoliza con la letra, cuando el arte del Silverio se concibe como alarde, se está faltando el respeto a este arte grande que desde sus inicios nos habla del hombre con verdad y hondura, en sus facetas más esenciales, como el amor, el tiempo, los trabajos y fatigas de la vida, la muerte...


Tradicionalmente el arte flamenco ha sido visto como una florida y acaso maravillosa incandescencia del arte residual de gitanos y gente sureña de mal vivir, pero poco a poco se ha ido ganando una muy merecida pátina cultural que lo ha ido alejando de sus orígenes marginales. De los lóbregos tabancos de antaño ha pasado por méritos propios a los pomposos teatros institucionales e incluso reales de todo el mundo y eso está bien, muy bien, pero en este camino por “barnizar de prestigiosa cultura el cante flamenco” los cantaores han recurrido, tal vez con exceso, a lo que podríamos llamar literatura culta, creyendo así que el cante se culturizaba, abandonando con frecuencia los contextos vitales que lo han hecho aquello que es, un canto donde vienen a juntarse las emociones humanas y el tirón esencial de la tierra, entendida ésta como el lugar donde se asienta la existencia con todos sus avíos. Así los cantaores más “arrojados” suelen tomar letras de autores cultos que no se concibieron para el compás flamenco y que a veces poco tienen que ver con el contexto existencial donde se asienta el cante. No es fácil el fraguado entre flamenco y poesía culta. Lorca, Alberti, Hernández o los Machado son excepciones puesto que cada uno de ellos llevaba en su adéene sangre o tierra flamenca. Lorca es un poeta telúrico que se impregnó de la cercanía vital de los gitanos de la vega granadina, acaso por provenir de una cultura agraria que supo plasmar ese magma épico y trágico en su obra; Hernández es pura tierra, puro sol, pura tragedia; Alberti se benefició de una tierra natal abonada para el flamenco y donde el flamenco se percibe como algo connatural, luminoso y festero; los Machado, que también habitaron una ciudad como Sevilla donde el flamenco trasudaba en cada esquina, tuvieron la inmensa fortuna de que su padre, el gran Demófilo, fuera uno de los cultos descubridores del flamenco y de su enorme potencial literario y cultural. El mundo del flamenco, a mi modo de ver, ya ha hecho el esfuerzo suficiente para acercarse a lo que entrecomillaremos como poesía culta, de modo que es a nosotros, los entrecomillados poetas cultos, a los que nos compete ahora acercarnos humildemente al flamenco, desde sus reglas, desde sus esenciales preocupaciones y desde su inmenso potencial literario y humano.



Ante esta última perspectiva he ido dando cauce a las letras que tienes entre tus manos. Es posible que algunas te suenen a ya escritas y cantadas y no es imposible que se den circunstancias en este sentido. Si es así pido disculpas al atento lector, pero quiero alegar en mi defensa, siguiendo en esto a Manuel Machado, que me sentiría muy satisfecho de que así fuera, porque eso querría decir que mi esfuerzo por acercarme a la raíz ha dado sus frutos, si no de otro modo, al menos al tocarla con mis propias manos. Salvo en alguna circunstancia he querido seguir la estela del repertorio clásico de la literatura jonda: el amor, el desamor, la muerte, la angustia de vivir, la soledad... No he querido que los recursos estilísticos tan presentes en las letras flamencas (la ironía, la espontaneidad, el juego de palabras, la solemnidad, la metáfora, la paradoja, o la elipsis) y que han ido construyendo el sólido a la vez que ligero edificio literario flamenco se hallaran fuera de este cuadernillo de coplas que sólo pretende constituir una humilde y agradecida visita personal al mundo incandescente y prodigioso del flamenco y de la tierra que lo vio nacer y desarrollarse.

Querría dedicar estas letras a mi padre, Fidel Moya, a mí tío Urbano Moya, flamenco de los cabales, y al genial letrista flamenco Carlos Lencero, con quien me unió una amistad corta pero profunda.

He querido traducir las letras a una cierta dicción andaluza, Soy consciente de que con ello corro riesgos innecesarios, pero entiendo que la letra flamenca se remata con la voz nuestra (con las distintas voces nuestras, todo sea dicho) y nosotros, los andaluces, debemos abandonar ese cierto carácter de inferioridad que nos ha sido impuesto y comenzar a sentirnos orgullosos con nuestras habilidades lingüísticas y con nuestras maneras de decir las cosas. Queden definitivamente atrás los tiempos en los que los andaluces debíamos disimular, atemperar o negar nuestra manera colorida y sutil de comunicarnos en la lengua de Nebrija. Nuestras maneras de hablar forman parte de nuestra riqueza cultural.

Por último, cómo no, querría rematar este acaso innecesario prólogo, con una de las más grandes letras anónimas del flamenco (recogida en el libro del citado Demófilo) y por ende uno de los poemas más bellos, por sintéticos y sutiles, de la lengua y que todos los cantaores debieran llevar en su repertorio:

En un cuartito lo’ do’
veneno que tú tomara’,
veneno tomara yo.

Manuel Moya,
Fuenteheridos, 11 de julio de 2017








Plaza d’ arriba



Con la leyenda del cante de raíz y compromiso Manuel Gerena





Quiéreme una mijita,
que volaré sobre ti,
niña, como golondrina.


Se ma perdío er reló,
mira si lo habré bu’cao,
e’taba en tu corazón.


En tu corazón he bu’cao
ramita' pa encendé fuego:
er frío ma' congelao,
má’ frío paso que un preso.


Ve encendiendo candela
que yo en vendiendo la’ caña’
me tiene’ otra vé de güerta.




Mira que vengo arrecío
y tú sentaíta ener fuego,
darme caló no ha’ querío.


Pa qué me quiere’ ahora,
si pa da güerta’ y güerta’
ya tengo la lavaora.


Yo no te quiero ni vé,
que ya me sé to’ tu’ cuento’
y tu’ novela’ tamié.


De tu mala voluntá
luego, ar pasá der tiempo
te va’ a vení a acordá.


A la muerte no le temo
que temo yo a que te vaya’,
si tú no e’tá’ yo me muero.


Si quererte no e’ ba’tante
esho ar cielo una cometa
pa que se t alegre el aire.



Pare, cuando ta’ ío
qué solo’ se quean lo’ campo’,
que poco cantan lo’ río’.


Se ma parao er reló,
si ayé le daba yo cuerda,
hoy la cuerda soy yo.


Sin ti no corre ni er tiempo,
la’ agujita’ de tu’ ojo’
s han paraíto ener cielo.


Y ayá donde sarga er só,
perseguiré yo tu sombra
con que asombrarno’ lo’ do’.


Pero cómo te iba abrí
si dentro de casa había,
gitano, un guardia civí.


No le dé’ cuerda ar reló,
que en cuanto coja la puerta,
s acabó lo que acabó.


S acabó lo que acabó,
que cuando coja la puerta,
mi ra’tro pierde ha’ta er só.


Mira si t habré querío,
que por seguí tu’ paso’,
he perdiíto lo’ mío’.


vete por dereshura,
que er que da musha güerta’
no yega a parte ninguna.


Mira que quien musho rodea,
no yega a sitio ninguno,
por er camino se quea.


Quién me iba a desí a mí,
que de tan malo’ principio’
vendría yo a presumí.


Por musho que arce la vó,
lo que tenga’ que decí,
no yega a oío’ der só.



Tan jesho e’toy a la’ pena’
que cuando eya’ no vienen
yo mi’mo me voy con eya’.


Tanto me quieren la’ pena’
que si me ausento do' día'
me bu’can bajo la’ piera’.


Con la’pena’ voy a hasé
una montaña má’ grande
que' r pico der Mulhasén.


A duca’ naide me gana
que me guardo yo duquela’
pa fundí mir campana'.


Por Dio’, te pío silencio,
que er negocio tuyo y mío
sólo tú y yo lo sabemo’.


No tenga’ pena de mí,
que en saliendo por la puerta
me meto a guardia civí.



Mintió quien dijo que er cielo
era azú por la mañana,
que por la noshe era negro.


Niño, cierra lo’ po’tigo’
que a lo que tú y yo vengamo’
no tie que saberlo er trigo.


E’tán doblando campana’.
Que la muerte venga a verme,
le guardo cuatro palabra’.


M ha’ cantao la’ cuarenta,
yo a ti te cantaba cien
y me fartaran oshenta.


Yo te firmo de palabra,
que no hace farta er papé
que lo que aquí se acordara
mi sangre lo hará valé.


Por caminá no me canso
que to’ lo’ camino’ tienen
cue’ta arriba y cue’ta abajo.


Má’ firme que la muraya
y má’ flexible que er saúco,
que tierra quiere el olivo,
agüita bu’can lo’ junco’.


No mire’ pal horisonte,
que detrá’ de la’ montaña’,
otra montaña se e’conde.


En la cárce yo me viera,
gitana, de habé’ robao
der güerto tu sementera.


Lo que a mí má’ me rebela
e’ que ta’ ío pa tu casa
dejándome a mí a do’ vela’.


iba’ pa Galaroza
iba yo pa Fuenterío.
En yegando a Vardelarco,
ca moshuelo pa su olivo.





Tú dame conte’tación
que lo que te preguntao
sólo tiene un sí o un no.

Nome jaga’ de sufrí
que lo que yo te pío
sólo tiene un no o un sí.


En la cue’ta er Rebaná
yo te decía que palante
tú me decía’ que patrá’.


Que no me fío de tu sombra
que ahora me dice’ que e’ una
y aluego me dice’ que e’ otra.


Que en viendo yo tu carita
ya sé si la luna sale
por Portugá o por Seviya.


En la era la Carrera
gitana, dejé un clavé
pa que tú te lo pusiera’.




En la cue’ta de Maiguerra,
tú me pedi’te limone
yo te pedí yerbagüena.


Mira qué nombre t han pue’to,
pudiéndote poné Luna,
Dolorcita te pusieron.


Si tú me dice’ que vaya,
ya pueden vení fatiga’,
vení ya pueden lo’ guardia’.


Que en subiendo la Sharneca,
tu pare vie a reclamá,
que a qué he dejao en tu puerta
cerecita’ colorá’.

Er viento mece la’ rosa’
y er gorrión el alambre,
quisiera yo a ti mecerte,
primita, como tú sabe’.


Yo a la carse por ti fuera,
si a mí me pide’ robá
robara yo la’ e’treya’.


Cuando te digo que venga’
y tú, primita, no viene’,
se me cae er arma ar suelo,
la’ pienna’ no me so’tienen.


No yeva er Guadarquiví,
má’ agüita por Seviya
que lágrima’ yo por ti.


Que vengan a mi lo’ guardia’
que me yeven a presidio,
contigo venga la carse,
sin ti la vía e’ un martirio.


Sin ti qué me importa er mundo,
lo que jaya por la tierra
vaya sin ti dando tumbo’.


Azule’ como tu’ ojo’,
como tu’ beso’, azule’,
cuánto corrieran lo’ río’
por dar arcance a la’ nube’.



El agüita de la fuente
cuando te ve a ti la cara
no deja de e’tremecerse.


La’ cereza’ se pusieron
coloraíta’ de verte,
que si no te hubieran vi’to
nunca pasaran de verde’.


Que no sé yo si son shopo’
no sé si son abedule’,
lo’ que van siguiendo ar río
sin importarse de nube’.


Que no te asome’ ar pozo,
que toer que ar poso s asoma,
acaba viendo su’ ojo’.


Gitano, no me maree,
que ayé diji’te que marte
y hoy me dice’ que jueve’.



No tengo arrepentimiento,
lo que yo hice contigo
lo hiciera también de’pierto.


Por la cue’ta la Caná
er corasón pongo a tiro,
me tira’ tú puñalá.


Cuánta’ fatiguita’, Dio’,
quel amo pondrá la yunta,
pero er que empuja soy yo.


Si yo contigo me viera
en mitá de un ansho río
la’ agua’ yo me bebiera.


Que no hable má’de la cuenta
que si yo me ajogo en un río,
tú te ajoga enuna amberca.


Que no me salen la’ cuenta’
que cuando tú grita’ veinte,
yo voy ya por la’cuarenta.


Mi pare se fue temprano
y en la fragua queó árdiendo
a’cuita' der arvellano.


A mí me dijo mi pare
que pasito que yo diera
no me e’condiera de naide.


Viene’ de Sheco’lovaquia,
si viniera de Jeré
no fuera tú má’ gitana.


Viví sin ti e’ una carse,
contigo viví un presidio,
por má’ cuenta’ que me jago
no sé que hacé yo contigo.


Y si me ve de vení,
no arrugue’ esa carita,
que no soy guardia civí.


Fatiguita e’toy pasando
por no poderte queré
como tú e’tá’ deseando.

Que no te ponga flamenca
que en cuantito dice’ voy
er arguasí dice venga.


Er pasito siempre firme,
la sombra por lo deresho,
que quien anda dando güerta’
nunca sale der barbesho.


Mi pare no dejó deuda’,
y yo tampoco la’ dejo,
que er caminito e’ ya malo
pa encima no andarlo a jesho.


En er mercao de Triana
tiene tú er pue’to,
voy a comprate limone’
que a solita’ voy mordiendo.


me lo dice’ a mí
que adonde quiera que vaya
nunca me sargo de ti.


A la caye Inquisición,
gitana, tú me yevaba’,
inquisición me pedía’,
inquisición yo te daba.


Prima, me esha’ tú en cara,
pensá contigo de noshe,
y orviarte a la mañana,

pero yo nunca te orvío,
me alevanto con tu nombre
y no m acuerdo der mío,


A mí me yeve la muerte,
le digo no quieró í
pero quiera yo o no quiera
a ella me he de rendí.


La muerte sa presentao,
yo le disho que mañana,
pero mañana, ma disho,
mañana voy pa otro lao.


Mira si e’ grande Seviya
mira si e’ grande Madrí,
po’ no hay calle que yo pise
sin que m acuerde de ti.


Mira si Cai e’ shiquito,
que ya conocen la’ caye’
la’ pena que paso contigo
y que no me cura naide.


Mira si te nombraré
que tengo aburría’ la’ caye’
de pregoná tu queré.


De’de tu casa a mi casa,
voy yo mu’tiando clavele’,
la’ duca’ que a mí me siguen
de sólo pensá en perderte.


Por la boca muere er pé
y yo muero por tu’ güeso’,
mira si habré muerto vece’
que ni de viví ya m acuerdo.


Se no’ fundió er corasón,
no’ lo pusieron de oro
vino cuarquiera y compró.


To lo que le diga e’ poco,
lo’ pájaro’ en su puerta
ar verla se vuerven loco’.


En tu’ ojo’ veo er ma,
la’ barquita’ por tu’ ojo’
rizando la’ agua’ van.


Se ma ío er corasón,
ayé lo corgaba der pesho,
hoy corre sin ton ni son.


Se ma perdío l’ amó
ayer lo corga’te de un gansho,
hoy corre por el salón.


Por má’ que cavo no 'ncuentro
agua que quite la sé,
me pongo a cavá de nuevo.


Vengo a tu güerto, prima,
vengo a tu güerto,
mihita de yerbagüena
prima, pa tu’ pushero’.


Que me voy a lo’ cortiho’
a trabajá en lo que haiga
ante’ d esharme ar camino
y pasá otra vé la raya.


Prima no baje’ ar puente,
que te e’peran lo’ civile’
con la e’copeta en lo’ diente’.


No me conviene e’te trato,
ahí tie’ el mercaiyo
si quiere’ comprá barato.


Ni por mala’ ni por buena’,
er so sale por levante
y por poniente s acue’ta.



To lo que cuento e’ verdá
y si argo no lo fuera
venga un guardia a averiguá.


Sujetá no sé la luna,
que en cuanto digo te quiero,
va y se me pone farruca.


En tu’ ojo’ veo er cielo,
por la noshe veo la luna
de madrugá er lucero.


Te parese a la' campana'
que e’tán jeshita' de bronse
y suenan como si hablaran.


Y cuando suenan la’ tre’,
e’ como si a mí me dieran
e’treyita’ pa comé.


Esha tú agua ar desierto
que yo plantaré ener ma
blanquita’ flore’ d almendro.


Mira tú la’ golondrina’
que vuerven siempre a su nío
por muy lejito’ que vivan.


Mira tú si habrá camino’
que lo’ nue’tro’ se encontraron,
ay sin moverno’ der sitio.


Mira esa’ nube’ azule’
cuánto dieran lo’ arroyo’
por sé libre’ como nube’.


Por primavera, primo,
ven a bu’carme,
cuando flore’can lo’ lirio’
y er mirlo cante.


Tu mare dice que e’ mía,
mi mare dice que e’ tuya
y la curpita la tienen
la’ muela’ der moro Muza.


Que no te quiero pa ná,
que yo te quiero perdé,
que no hay trosha que yo abra
que tú no cierre’ de’pué’.


Contandito e’toy lo’ día’
en que yo te vuerva a ve,
briya un día, el otro yueve
sin un ante’ ni un de’pué’.


Yo no tengo voluntá,
si me jesha’ con lo’ perro’
ayí me pongo a ladrá.


Ni roando por camino’
ni atajando por verea’,
ca maestro su libriyo,
ca barca con su marea.


La luna toca por parma’,
er río canta detrá,
la’ e’treyita’ der cielo
le van cogiendo er compá’.


Que la muerte se decida,
que venga a casa y me yame,
que si no viene eya a verme
no pienso cruzá la caye.


Le canto yo a la’ e’treya’,
canta tú a lo’ ruiseñore’,
uno’ le canten ar día,
canten otro’ a la noshe.


No sabe lo que se pasa
cuando naide te quiere.
Mejó sé piedra que río
si va seco y sin corriente.


Quién entiende ar corazón,
ayé se me eshó ar camino,
como a un perro me dejó.


La sé que tengo yo ahora
no me la quita una fuente,
ya puede yové a shuzo’,
sólo se quita con verte.



Con ruea’ de molino no
que a mi molino la’ ruea’
primo, se la’ pongo yo.


Quiere el agua en su corré
ir de’nudando la luna
pero la luna no quiere
que el agua la vea de’nua.


E’ tu corazón de mármo,
volandera’ tu’ palabra’
de quién me fui yo a fiá,
a quien vendiera mi arma.


E’ta noshe Extremaúra,
Portugá y Piedra Utrera
se eshan a suerte la luna.


Mira si e’ cabá la luna,
que se mira por iguá
enun sharco der camino
quen la grandeza der má.


Gitana, pasao er puente
lo que ha’ta aquí haiga habío
se lo trague la corriente.


Anda y ve, dile a tu novio,
que no le ponga fartita
a lo que hasemo’ nosotro’.


Yo no sé qué má’ desí,
te lo he disho ya mir vece’,
tiene’ tú que decidí.


La’ nube’ van por er cielo,
elagua por lo’ arroyo’
ay, prima, si yo supiera,
dónde ha’ pue’to’ tú eso’ ojo’.


Era ca’taño tu pelo,
tu’ ojito’ son azule’,
cuánto corrieran lo’ río’
por parecerse a la’ nube’.


Se hizo verbo la carne
la carne se hizo razón,
en tu’ cayeja’ me pierdo,
no encuentro tu corazón.


De ti yo me compadezco
que e’cupe’ sobre la yerba,
y quiere’ que er so t alumbre,
que briyen pa ti la’ e’treya’.


que ha’ perdío a lo’ hombre’,
mírame bien, Petenera,
no me perdió a mí er quererte,
sino er que no me quisiera.


No quiera’ tú ca’tigarme,
déjame en paz, Petenera,
porque no le temo a naide
sino a mi mala cabeza.


















CANTE’ DE TRIYA


Briegan lo’ segaore’
de muy temprano,
musha’ son su’ fatiga’,
ninguna el amo.


Vienen d' arrecogía
lo’ segaore’,
con er só por lo arto,
venga suore’.


De vuerta de la siega
vienen lo’ mozo’,
con la’ joce’ ar cinto
por lo’ ra’trojo’.




Ayé e’tuve en la greña
y no venía’,
so’tuve con la luna
larga porfía.


Suena muliya Roja,
tu campanilla,
sepan lo’ labraore’
que anda’ de triya.


Que la greña e’tá seca,
vamo’ muliya,
ay que cuanto má’ seca,
meno’ fatiga.


Vamo’, muliya torda,
pisa con tiento,
que er cielo de la má,
no’ traiga viento.


Qu' e’tá el trigo en la era,
tu padre en casa,
niña, vente conmigo
y a ve' qué pasa.



Lo’ viento’ de Santiago
limpian el aire,
deja que er viento sople,
la paja baile.


De Portugá lo’ viento’,
de Güerva er vino,
pa mí la briega
pal amo er trigo.


Que a la era te traje
tú me porfía’,
sea la luna te’tigo
de tu’ mentira’.


A mi muliya torda
yo no la vendo,
que ha’ta s alegra er campo
cuando la suerto.


Lo’ viento’ de Santiago
peinan la era,
venga pronto la noshe,
y tú con eya.


Con la luna lo’ trigo’
al aire briyan,
juegan con la’ e’treya’
tu’ campaniya’.


Por la noshe lo’ griyo’,
qué maraviya,
parece que cantaran
a la’ e’piga’.


Ay mi muliya torda,
anda a tu paso,
que no quiere la triya
matajogazo’.


A la feria de Zafra
te vi a yevá,
pa que sepan, muliya,
tu maje’tá.


Mira tú eso’ ca’taño’,
muliya torda,
mira cómo te bailan
su’ verde’ hoja’.



Que no vendo e’ta mula,
no tiene precio,
pero si tú la quiere’
yo te la empre’to.


Niña, cuanto tú vaya’
a Fuenterío,
no me traiga cereza’,
me trae’ su’piro’.


A Galaroza, madre,
voy a por trigo,
que man disho que esta noshe
muele er molino.

Ando por lo’ trigale’
como un virrey,
yevo la jo ar cinto,
hombre de ley.


De’de Linare’ vengo,
voy pa la siega,
anda, muliya mía,
no te me duerma’.














HAIKU’ POR BULERIA’


Cómo se arra’tra
la sombra de la luna
por la hojara’ca.


Toa’ se inclinan,
la’ rama’ de lo’ sauce’
si tú t arrima’.


Er membriyero
no sigue a la cigüeña
por el e’tresho.




Doró su’ hoja’
er ca’taño der vaye,
la tierra espera.


Ha’ta en la casa
su’pendida en la roca
tiembla la e’carsha.


Como corrían
la’ e’trella’ fugace’
por tu’ mejiya’.


En Fuenteherío,
vuelan la’ cigüeña’
lejo’ del nío.


La’ amapola’
tiemblan como jirguero’
cuando tú asoma’.


Pasa una e’treya,
por er cielo ronea,
me voy con eya.


Qué te dijera,
siendo tú luna libre,
como veleta.


Herrero no,
quiero ser relojero
de tu e’tación.

Herrero no,
quiero ser aguja
de tu reló.


En la nevera
te dejo explicacione’,
que te divierta’.


Que te divierta’,
si quiere explicacione’,
la wikipedia.


Hoy no te tarde’
que adentro ronda el diablo
con siete yave’.


Hoy no te tarde’
que me persigue el diablo
que tú ya sabe’.


Ha’ como quiera’
mi corazón e’ tuyo
de toa’ manera’.


Casi me ajogo
me he tragao er río
con su’ recodo’.


Por si me ajogo
te dejo er corazón,
éshale un ojo.


Comadre, te farta argo,
que ere’ mu poca luna
pa tanto sharco.


Herrero no,
que quiero ser la lana
de tu corshón,



Pasando er río
tú por tu’ paso’,
yo por lo’ mío’.


Tápate niña
que ha’ta la luna
te tiene envidia.


Pasando er río,
tú con tu’ muerto’
y yo con lo’ mío’.

Cómo temblaban
la’ hoja’ de lo’ shopo’
cuando pasaba’.










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