GALLINAS

Hoy, no sé por qué brillan más las hojas del naranjo de Vitorino. Por las mañana hace incluso un poco de virugi. Pero no arranca a llover. Y debiera llover, debiera llover a cántaros. En todos los sentidos. Por ahora aquí estamos, acorralados por la sequía y por estos políticos que mienten y putean más que pesan. De cuando en cuando se escucha una gallina y se agradece. Me gustan las gallinas. De niño hablaba con las gallinas. A falta de mejores conversadores me pasaba todo el rato mientras mi madre lavaba en el pozo contándoles mi vida a las gallinas en un extraño lenguaje. Desde entonces siento su complicidad. Las gallinas son mucho más fiables que casi todos los hombres que he conocido. Cierto que no han construido rascacielos, pero tampoco han tenido que destruirlos incrustándoles aviones en ellos. Cierto que parecen torpes y deslenguadas, pero uno no tienen nada que temer de sus palabras. Son gallinas. Laboriosas gallinas que mueven sus cuellos como si ya se los hubieran retorcido o cortado. Eso y Catalunya independiente. Viscan ambos.



EL ELEFANTE
a Ricardo Reques
De pequeña evitaba los elefantes. Me resultaban pesados, torpes, arbitrarios, violentos. Al principio Trilce era distinto. Lo que hacía con su trompa, cómo lo diría, me chiflaba y esa como galantería cuando me subía sobre su lomo y conseguía hacerme estremecer. ¡Ah, pero con qué facilidad se corrompen los elefantes! ¡Y huelen tan mal! Hace un mes he conocido a un payaso y me ha pedido que me fugue con él. Como me conozco, sé que acabaré aceptando. Después de todo, dice, cuando me canse nada me costará encontrar otro elefante. O un pingüino, ya ves tú.

0 comentarios: