JARDIN

Va anocheciendo. El sol desde su sepultura ilumina las nubes rosas, de un color casi marmóreo. Y todo eso, a gran velocidad, se va diluyendo en la noche, en el manto de la noche. Hoy he acabado Jardín, una aventura que comencé hace veinte días y que me ha tenido completamente absorbido durante todo este tiempo. He escrito a veces como un poseso. Como un auténtico poseso, pero hoy al fin la he coronado. Escribir una novela en estado de trance es una cosa bárbara. Una experiencia completamente distinta a todo cuanto haya podiso vivir. Me pasó hace tiempo con Majarón, una novela que llevo en el corazón y que es la mejor de mis novelas publicadas. Jardín es otra cosa, pero el swim, el compas de esa novela me ha tenido durante días completametne enganchado, como escribiendo al dictado... de la locura. Experiencia tela de absorbente y magnífica... pero qué haré mañana, pasado mañana, luego de pasando mañana?

Todas las culturas que se precien tiene su propia cosmogonía. Yo propongo ésta para mis secuaces.

COSMOGONÍA

 

Todo comenz
por una maldita apuesta. Con veinte años uno cree que puede ponerse el mundo por montera y si a eso añadimos que nos habíamos pasado con las cervezas... Por mis muertos, que en una semana, dije, mirando a Gloria y golpeando la jarra casi vacía sobre la mesa de mármol, acabo el mundo. En la sonrisita de mis amigos de francachela advertí que se lo habían tomado como una fanfarronería más. Estaba hasta el gorro de que todos, incluida Gloria, me tomaran a chufla, pero esta vez estaba dispuesto a llevar mi promesa hasta el final. Por mis muertos. A mí no me tocaban las pelotas cuatro gilis que sólo querían calzarse a Gloria, así que les aseguré que, como me llamo Dios, en una semana tendría listo el mundo y no sólo lo cumplí, sino que el séptimo día me tumbé a la bartola, a la vista de todos, viendo cómo me había quedado todo.

—Joder, así lo hubiera hecho cualquiera —dijo uno de ellos. Los demás lo siguieron con sus risitas.

Yo sabíaque no le faltaba parte de razón, pero por el momento y delante de Gloria, no estaba dispuesto a dejar que siguieran con las risitas y las cosas.
—¿Si tan listos sois, por qu´´ecarajo no lo habíais hecho antes? Sois como esos putos niñitos de papá que andan todo el rato que si la revolución por aquí, que si la revolución por allá, pero nunca mueven un dedo para hacer la maldita revolución.

—Dios, no te pongas así.

—Anda y que os jodan —dije, dando un portazo.

Y no volví.









 



 
 


 
 

3 comentarios:

Ignacio dijo...

Nos castigas, oh cruel, dictando a tu amanuense que escribe con tinta escarlata sobre celestes folios. Imitas, oh Manuel, aquel sádico refinamiento de pretéritos emperadores chinos. Nos vas privando, como nuevo Harum ar-Rachid, de la poca vista que aún nos queda. Llegarán así muy pronto las tinieblas definitivas que nos impedirán seguir leyéndote. Nos perderemos entonces sin remedio por los jardines de Villa Onuba y tú te reirás de nuestros torpes resbalones en las húmedas acequias.

MANUEL MOYA dijo...

Caro Ignacio. Fustigamvs est.

Lo he cambiado. A ver si ahora se lee mejor. Lo que no he conseguido es resolver los saltos. Bueno, ningún tigre contenta a todas las tigresas. Provervio bengalí, como ya adivinas

tesela dijo...

Me han venido a la memoria unos versos de Cohen

"El amor no podía atarles
Tampoco el miedo
iban desconectados
jamás supieron dónde..."