MÁSCARAS

Empieza a hacer frío por estos pagos.  Los castaños del fondo ya están completamente dorados. Con la primera helada caerán sus hojas. Todo está tranquilo. Ayer me corté el pelo. Parecerá una cosa absurda, pero me siento bien bajo mi pelo largo. Al fin, la apariencia de uno no es más que la representación que uno imagina de sí mismo o la que quiere proyectar sobre los demás. Yo quiero verme así, quiero que me vean así. No me gustan esos tipos que van de punto en blanco, aquellos que visten como muertos, siguiendo el compás que imponen los otros; no me gustan los que a toda costa quieren caer bien o dar a pensar que la vida les va bien (para eso basta mirar a los ojos); los que llevan impresos en sus pecheras los hierros del mercado o del poder me joden por pretender ir marcados como esclavos (y lo son, son esclavos del mercado). Uno comienza haciéndose su propia máscara, para luego hacerse su propia mortaja. Todos queremos transmitir cosas, valores, divisas, preferencias, status, cosas. A todos nos envuelve la máscara, nuestra máscara. A la mía le gusta el pelo largo y el caminar desaciado, como dicen en mi pueblo. Me gusta parecer un mendigo, alguien que contraviene los modelos establecidos. No me jacto de ello. Voy así, simplemente.



PEDOFOBIA

 


Odio a los niños, esos seres estúpidos que se venden por una simple gomita de mascar. Pero más odio a las madres, pues apenas cumplen los diez años los dejan salir sin bozal para ver cómo los muy desgraciados se te tiran a los tobillos y te despellejan vivo. Ojalá, me oyes, no hubieran jubilado a ese tal Pilatos o acabasen de aceptar su carne en los mc donalds y en todos los restaurantes mexicanos y criollos. Eso sería cojonudo, porque en cuanto se descuidan sus mamás van y crecen y crecen y entonces es cuando te joden vivo y se te tiran derechos al corazón, como los cuervos, y acabas suplicándoles, cuando ya no tienes más que ofrecerles, que no, que no te dejen, que quién los va a querer y cuidar mejor que tú, que hasta te dejarías matar por ellos, pero es inútil, para entonces tú ya eres un tipo que huele a fiambre.

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