SACRIFICIO UNIVERSAL

Pues sí. La huelga detuvo durante 24 horas al país. Fueron muchos los que, llegados al límite de la supervivencia, no pudieron parar y hoy, el gobierno los contará entre "los suyos". Dios. Ahora falta saber si las movilizaciones de ayer detendrán en su huida hacia adelante a estos salvapatrias que nos gobiernan. Acabo de leer en El País que una política danesa distinguía hace unos días entre hacer sacrificios y ser sacrificados. La sociedad puede hacer sacrificios y hasta un cierto sentido comprende esos sacrificos, pero lo que no está dispuesta es a ser vilmente sacrificada, como parecen decir las consignas de "arriba". Hoy por hoy ningún ajuste extra tiene sentido. Y no lo tiene porque la población está al borde de sus propios límites. Cada vez que alguien de ahí arriba "aprieta una tuerca", cientos, miles, acaso cientos de miles de ciudadanos saltan al terreno de la exclusión. Y para la exclusión, muchas veces, no existe retorno. Cuando la gente está al borde de ese punto de no-retorno, cualquier recorte más no produce resultados en efectivo. ¿Alguien ern su sano juicio puede creer que la última subida del IVA va a producir más dinero para el Estado? Lo que ocurrirá es que las inmensas capas de población que habían llegado ya al límite, consumirá menos y al consumir menos bajará el consumo, y al bajar el consumo se venderá menos y al vender menos se producirá menos y al producir menos se despedirá a la gente y al despedir a la gente... etc... La espiral de la exclusión, el camino del precipicio. La sangría como método y como prescripción. La volitización de las conquistas sociales y laborales. La vuelta al feudalismo y a la esclavitud. Es lo que nos espera, de no poner pie en pared. Pero lo que por ahora nos aguarda es un descontento mucho mayor del que hoy existe, un verdadero riesgo de fractura social, de una salida violenta o, en todo caso, la llegada de de algún iluminado como ocurriera en la Italia o en la Alemania de los años 30. El panorama es desalentador... pero el hombre no se ha plantado en el siglo XXI sin afrontar panoramas desalentadores. Y nunca sedio un paso atrás. Es la esperanza.





EL REGLAMENTO

 

Usted sabe que ha infringido las normas y es por eso que nos hemos visto en la obligación de condenarlo. No creo que sea el momento de explicarle cómo funciona todo esto. Bastará que sepa, que no nos complace esta situación. Entienda que si las normas no se cumplieran, la convivencia podría derivar en caos. Usted ha dado pruebas de confiar en nosotros. Nunca ha dejado de pagar sus cuotas y nosotros, en contrapartida, no podemos defraudarlo. Es más, es nuestro deber, devolverle lo aportado en eficacia y en orden, nuestras enseñas. Ha de ser duro, lo sé, verse ante su última noche, y aceptar que el próximo sol no saldrá para usted, pero imagine por un instante lo contrario. Hágase la cuenta de que pasásemos por alto esta infracción o de que procediéramos a indultarlo en un acceso de flaqueza. ¿Verdad que esa sola eventualidad le aterra? ¿Sería ese el legado que querría dejar para sus hijos? ¿Verdad que no? Imagine por un instante que el verdugo llegase hoy con dos copas de más o con retraso. Imagine que lo hiciese esperar en semejante trance o, peor aun, que necesitase tres hachazos para seccionarle, como es lo reglamentario, el cuello. Sería muy penoso para todos y especialmente para usted. Pero usted y yo sabemos con certeza que tal cosa no sucederá. La inflexibilidad del reglamento, como ve, es nuestro descanso.

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