EL PASADO Y SU JAULA

Mediodía. La luz ocupa hoy los corrales. Maduran las naranjas, al fondo los castaños son ya muñones que clamaran al cielo. Las sombras baten los adobes. Todo tiene el sabor de lo íntimo, del cerrado horizonte. Quietud. Frío. Acabo de llegar del campo de proteger las secuoyas de las heladas ( esta noche ha helado por estos pagos) y echar una ojeada a las árboles que he ido sembrando durante años. Crecen despacio porque les falta el agua del verano, pero llegará un momento en que ellos mismos se emparpolen sobre los otros. Cuando yo ya no esté, acaso esos árboles se muestren altísimos. Sus siluetas se verán desde muy muy lejos.
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Magritte, El espejo
Ayer acabó el Encuentro de escritores. Un año más ha sido ocasión de ver a los amigos, tan dispersos en estos días de invierno. Escuchar voces nuevas, como la de Concha, esa voz tan pura que parece incendiar serenamente lo adentro, o la de Aurelio, que me estremeció con su relato de un hombre en paro, o incluso el amigo Paco, en su afinación perfecta; Siracusa bravo, ese prodigio d e voz que esta en el límite de sí misma; Julio en su debut, comiéndose el mundo... para finalizar con esa pequeña gran sorpresa del homenaje, que tanto me ruboriza. "Homenajes", ¿eso no es un género sólo apto para premuertos, para gente que ya no tiene nada más que decir? Bueno, en fin, es una sensación extraña, la sensación de que el pasado te está comiendo los pies, de que has construido un pasado con su jaula y su todo, y uno tiene derecho a creer que el pasado es un chico que se ha dormido en cualquier parte, ajeno a ti, que ha ido enajenándose cada vez y que todo, como esas hojas que amontona la lluvia y el viento contra una tapia, no son más que la prueba de que ha pasado el otoño. Agradezco este tipo de cosas, sí, pero lo juro, me resultan ajenas.



No es la norma de la casa ni mucho menos, pero hoy voy a terminar con el boceto de un poema que he escrito hoy mismo y que habla precisamente de eso, del homenaje. Sea para todos los amigos que hacen estas cosas de buena fe.


HOMENAJE

Ya está. Ya estás muerto
Hoy vinieron a decírtelo,
hoy trajeron sus flores, sus regalos, la plaquita, todo eso.
Estás muerto. Muerto. Bastante más que muerto,
tan muerto que han venido tus colegas
y tu mujer y tus hijos para recordártelo.
De ti dijeron esas cosas que se dicen
sin réplica posible de los muertos,
que fuiste buen muchacho, que escribiste algún poema inapelable,
bobadas, esas cosas que un muerto por pudor ya no discute.
Pero no, tu pudor lo desmiente, no estás muerto,
al menos no tan completamente. Te queda todavía
el sueño de un poema en verdad inapelable,
ese pájaro azul que picotea en la nieve,
esa cara de imbécil, ese rumor en los huesos,
esa ficción, esos amigos que hoy vinieron cargados
de palabras gentiles y de buenos propósitos.
Pero, sí, a qué negarlo, estás ya muerto, remuerto
y todos lo sabían, todos menos tú:
para ti esta muerte ha sido una sorpresa.


2 de diciembre de 2012

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