FUCSIAS

Se ha largado la tarde. Hoy, cuando volvía de llevar a Julio a una finca cercana a Cortelazor, justo cuando me acercaba a Fuenteheridos, diez o doce nubes fucsias se alzaban sobre el horizonte. Eran nubes esponjosas, nubes casi irreales. No llevaba la cámara encima y no pude más que dejarlas ser, dejar que permanecieran ahí, en la memoria y aquí en este otro cielo que es la red.
La que está cayendo por esas cañerías del PP, compañeros de mi vida. El oso aquel que sugería Cortázar -CSG, Cortázar- ruge ahora por todos los conductos, araña las paredes, se sublima en todas las bocas de los grifos. Esta situación de zozobra política me recuerda a los momentos aquellos de aquel guardia civil jeta, cómo carajo se llamaba, en los últimos tiempos de FG. Es la misma sensación de que el timonel está borracho y tendido en cubierta mientras se acerca fatalmente la tormenta y si nadie lo remedia -y todos están ahora para ver si salvan su culo- se va a papear al barco. Un año en el poder y ya este patricio e inepto gallego conoce el amargor y la hiel. De esto ya no se sale. Sólo le queda tomar la barquichuela y remar hacia la costa, cualquier costa.
Pero no, me niego a manchar el día, mi día, este día hermoso de febrero con esas luces dulces bajo las encinas. Hoy las nubes rojas flameaban en el cielo, hoy el campo estaba de un verde que a uno no le hubiera importado quedarse allí con las ovejas.
Y ayer, ayer, las calles de Ssevilla, el bar Dueñas, esas calles donde tantas veces el tiempo sse detiene, como una araña sobre los hilos de su tela. Esto y que ya casi he dado por finiquitado El color del cielo, la novela sahariana. Y hoy, acaso porque mi corazón anda desparramado, pienso en fucsia, estoy en fucsia, soy un pájaro fucsia que corta el aire y en sus huecos, en los huequitos del aire, hay gotas azules, muy azules, escandalosamente azules. Y alquien pensará que son lágrimas, alguien pensará que son gotitas de lluvia, pero no, son otra cosa, essa cosa que yo sólo sé, café.


Hoy el maestro Cortázar. Con sus osos.

Discurso del oso

Julio Cortázar
Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.

Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado, y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría.

Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír como roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien.
 
 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Al cielo de la a veces por el fucsia al amanecer o al atardecer. Aquí también la yerba fresca estaba hoy para comérsela.

MANUEL MOYA dijo...

Me mola el fucsia. Me mola la ropa fucsia, el fucsio algarve, la algaravía fucsia, esa esse escondida en el fucsia y no te digo le nuvole fucsie, el trigo fucsia, la luz malva y fucsia.

Anónimo dijo...

Y qué decir de ese fucsia inverosimil que hace todavía más hermosa nuestra añorada bandera republicana...

Anónimo dijo...

Viva está, es imagen latiente, pues en ella, por su impronta más allá de lo meramente externo, desaparece la captura en sí de la foto (esa meterialidad finita) y pervive la magia de lo inexpresable: CORTÁZAR HOY, VIVO. Instante en devenir por el que el Gran Cronopio transmuta en pálpito y me estremece. ¡Ay!...ese ademán de su adentro que mira y sonrie al gato el que a su vez le observa a él, es un mútuo vivirse, AHORA. No hay error. No hay fin. Es la eternidad del instante (no una imagen congelada.) Gracias, Manuel, muchas gracias.
C.S.G.