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Ahora estoy leyendo los micros completos de Ana María Shua. Cazadores de letras (Ed. Páginas de Espuma). El cómo ha llegado por fin el libro a mis manos ha constituido una pequeña odisea, digna de un micro de la argentina. Bien. Temía que en las casi 900 páginas de vellón, me iba a encontrar de todo y daba por descontado que por muy buenas referencias que tuviera de la escritora, casi 900 microrrelatos son muchos microrrelatos y la cantidad no suele armonizar con la calidad. Eso vale para casi todos, pero no para la Shua. Su capacidad de sugestión, su aliento poético, su precisión y su prodigiosa imaginación, no sólo fascinan, sino que parecen inagotables. Uno se interna por sus mundos como un Livingstone por esos ríos africanos, donde igual te encuentras con un unicornio, que con una bacteria, con una tostadora de pan asesina o con una mujer fascinante como La Que no Está... Leerla es tomar un avión y viajar a un mundo donde todo es posible gracias a la magia del lenguaje. Leerla es tomarse unas vacaciones de la soporífera realidad, pasear por un museo casi excesivo de 900 cuerpecitos vivos donde son ellos, los cuadros, los que giran en torno a uno. Sin duda uno se quedaría a vivir en sus mundos y no dudaría en presentarse a un casting para ser personaje suyo y comprarse un adosadito con vistas al mar de su imaginación. No deja de ser fascinante que en los casi cuatrocientos micros que he leído hasta ahora, no haya encontrado ni media docena de ellos que no me hayan maravillado y releído con deleite. Es un milagro esta mujer. Una ilusionista. Maneja cientos de trucos y todos con sugestión y precisión. Te deja ver sus trucos como aquel buen mago argentino (era manco) pero, como él, su mera lentitud hace más prodigiosa su magia. No dejen de visitarla y de recomendarla. Nos vemos en sus páginas.
Una muestra de la Shua encontrada en la red:
CONVIVENCIA
IMPOSIBLE
El
hombre pinta bien, de eso no hay duda, pero bebe mucho ajenjo, es violento,
caprichoso y se hace muy difícil compartir su vida. Tomando una resolución
extrema, de un solo tajo decidido, la oreja se separa definitivamente de Van
GoghPiranesi |
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