VENCEJOS






 
Hoy hace calor, mucho calor. Ayer estuvimos en Cortegana presentando Apuntes del natural. Fue una velada hermosa. Mientras leíamos los poemas del libro los vencejos volaban sobre nuestras cabezas, describiendo círculos, la caligrafía del cielo. En mitad de la lectura sonó el teléfono. ¿Sería uno de aquellos vencejos? Quiero suponer que sí, uno de esos vencejos que vuelan siempre en torno a nosotros. Una velada entrañable en la que sólo faltabas tú.
En una hora o así marcho hacia tierras belgas y holandesas. Estaremos allí diez días, de manera que no podré seguir el blog, pero se me ocurre una idea peregrina... Ida, Perth, Sofía, Concha, Ana, Yosun, Ignativs, María, David..., sed vosotros, los lectores, quienes escribáis durante estos días. Hacedlo, si os parece, en forma de comentarios. Escribid de lo que se os ocurra, contestaos, no sé. Colocad micros vuestros o ajenos y que os parezcan interesantes. Poemas. Lo que queráis. Haced que este blog florezca, vale, en ausencia del jardinero? Haced que estas páginas vivan durante estos días.
Yo os dejo con una pequeña antología personal del microrrelato, a los que espero vosotros añadáis en cuerpo y alma los vuestros.



 

 

JUAN JOSÉ ARREOLA

CUENTO DE HORROR

La mujer que amé se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.

 

 

ÁGRAFA MUSULMANA EN PAPIRO DE OXYRRINCO

Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte.

 

 

 

EVA GUTIÉRREZ LÓPEZ

UN SUCESO

La luna había aplastado su casa. Terminó de regar las lechugas y se fue a verla de cerca.

  

 

TANITH LEE

EUSTACE

Amo a Eustace a pesar de que me lleva cuarenta años, es totalmente mudo y no tiene ningún diente. Me da igual que Eustace esté totalmente calvo -excepto los pelos esos que se le ven entre los dedos de los pies-, que cuando ande se le note la joroba y a veces se caiga en medio de la acera. Si cree que tiene que emitir uno de esos cortos sonidos agudos como silbando, o si le da por mordisquear con su boca sin dientes el sofá o irse al dormir al jardín, yo lo acepto todo como cosas bastante normales. Porque le amo. A Eustace le amo porque es el único hombre del mundo al que no le importa que yo tenga tres piernas.

 
 

 

JOSÉ MARÍA MERINO

ECOSISTEMA

El día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsái y un libro de instrucciones para cuidarlo. Coloque el bonsái en la galería, con los demás tiestos, y conseguí que floreciese. En otoño aparecieron entre la tierra unos diminutos insectos blancos, pero no parecían perjudicar al bonsái. En primavera, una mañana, a la hora de regar, me pareció vislumbrar algo que revoloteaba entre las hojas. Con paciencia y una lupa, acabé descubriendo que se trataba de un pájaro minúsculo. En poco tiempo el bonsái se llenó de pájaros, que se alimentaban de los insectos. A finales de verano, escondida entre las raíces del bonsái, encontré una mujercita desnuda. Espiándola con sigilo, supe que comía los huevos de los nidos. Ahora vivo con ella, y hemos ideado el modo de cazar a los pájaros. Al parecer, nadie en casa sabe dónde estoy. Mi sobrina, muy triste por mi ausencia, cuida mis plantas como un homenaje al desaparecido. En uno de los otros tiestos, a lo lejos, hoy, me ha parecido ver Ia figura de un mamut.

 

 

LUIS MATEO DIEZ

EL POZO

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después, mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en su interior. Este es un mundo como otro cualquiera, decía el mensaje.

 

 

FERNANDO IWASAKI

DÍA DE DIFUNTOS

Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.

-Pero mamá, tú estás muerta.

-Tú también, mi niño.

Y nos abrazamos desconsolados.

 

 

FIDELIDAD

El perro iba detrás del cortejo, cabizbajo y con el rabo entre las piernas, como un huérfano más detrás del ataúd de su dueño. Durante el entierro sus ojos parecían arrasados de lágrimas, y cuando los deudos se fueron se acurrucó al pie de la tumba, donde aulló toda la noche. Al sexto día la policía tuvo que rematarlo a tiros. Los cadáveres de los niños le encantaban.

 

8 comentarios:

Ignacio dijo...

He leído esta mañana en el Diário de Notícias, mientras a orillas del Tajo tomaba un café y un pastel de natas, que un estudio científico ha demostrado que el corazón de los miembros de agrupaciones corales es mucho más resistente a la degeneración cardiovascular que el de los que, como yo, no participamos en ese tipo de actividades.
Me ha quedado la duda de si las virtudes de semejante hábito se deben al hecho en sí de cantar, de manera que los que somos algo aficionados a declamar algún que otro fado en las poco transitadas noches de Lisboa estaríamos también al resguardo de ese paraguas protector que ahora han identificado los autores del estudio, o si, por el contrario, los beneficios se deben al hecho de cantar en compañía de otros muchos, con un cierto orden y concierto, respetando una férrea disciplina, de tal manera que los que en la soledad de las aceras nocturnas tendemos al cante individualista, algo achispado y con ciertas inclinaciones ácratas, no sólo no estaríamos más protegidos, sino que podríamos encontrarnos incluso en mayor riesgo de caer fulminados por el siempre traidor rayo del infarto de miocardio.
¡Qué duda cabe que estas reflexiones me han sumido en profundas dudas! La tarde avanza y sigo inmerso en aquello que don José Ortega y Gasset, en sus felices años de exilio lisboeta, definía como angustia existencial. ¿No será, sigo preguntándome, que debería correr a inscribirme en una cualquiera de las muchas agrupaciones corales que, desde los ordenados aunque aburridos tiempos del doctor Salazar, pueblan esta tranquila ciudad? O tal vez, ¿no debería quizás dirigir sin pérdida de tiempo una carta abierta a los responsables de todas y cada una de esas loables instituciones para que, acompañados de sus fámulos cantores, se junten conmigo esta misma noche en cualquier malfamada esquina del Bairro Alto?

Anónimo dijo...

Cuántas cosas se pierde una por no vivir en la Sierra (así, con mayúscula). Vivir. Eso es. Vencejos y utopías. Palabra. Verdad. Memoria y desmemoria para recordar o desaparecer. Creación. Arrebato-fuga. Vivir. Literatura, literatura... Ondas silábicas adentro del solsticio, adentro del instante (vacío). Un libro abierto (o cerrado) las manos que lo sostienen, presentarlo del Natural - naturalmente - con Apuntes adentro de un castillo en Cortegana. Vencejos de circular grafía infinita. Ascensión:
"El timbal a ritmo
entre las desnudas piernas,
la llaga celeste del ave
horadando su equilibrio.
Hay palabras que renuncian
para ser carne u otro verso.
Hay quienes están
y quienes no están."

¡QUE TENGAIS MUY BUEN VIAJE, MANUEL!

C.S.G.

Rui Vaz de Cunha dijo...

Mi muy estimado Ignacio:

Me sorprende mucho la noticia que comenta. Como Vd. bien sabe, el origen de las muchas agrupaciones corales que todavía hoy existen en Lisboa, no es otro que el decidido afán de nuestras esclarecidas autoridades, con mayor ahínco las anteriores que éstas que hoy en día nos desgobiernan -todo hay que decirlo-, por acabar con la secular e inveterada tendencia de nuestro esforzado pueblo de navegadores hacia el abandono que representa el cante solitario, que, como muy bien indica Vd. mismo, suele ser fruto indeseable de la nocturnidad y la excesiva libación.
No puedo imaginarme, por tanto, que una persona de su valía, reconocida a ambos lados de la raya, se lance a ese desaguisado fadista que sugiere.
Hágame caso, mi buen amigo. Olvídese de si su corazón, ya de por sí robusto y esforzado, mejoraría todavía más en una u otra actividad, y corra a inscribirse en la coral de los bomberos voluntarios de Ajuda, la de la Guardia Nacional Republicana, o en el Orfeón Belenense, donde, como no podría ser de otra manera, han de recibirle con los brazos abiertos, cual esa alegría propia de quien acoge de nuevo al hijo pródigo.
Suyo afectísimo,

Rui Vaz de Cunha

Alipio dijo...

Tengo el triste deber de ponerme en contacto con ustedes para comunicarles que las peores noticias se han confirmado. Como ya saben, nuestro querido director llegó al hospital todavía con un hilo de vida. El excelente equipo médico que hasta altas horas de la madrugada consagró todos sus esfuerzos para devolverle las constantes vitales tuvo al final que darse por vencido. Su corazón se había detenido para siempre.
Todos los miembros del Orfeón Belenense estamos de luto. Hemos perdido mucho más que un director. Era el alma generosa que con esfuerzos denodados y toda clase de sacrificios, había conseguido sacarnos de la calle, incluso en muchos casos diré que hasta del arroyo, para desvelarnos un horizonte de rectitud basado en los valores de la disciplina, del rigor y de la entrega personal para alcanzar ese bien común que es la convivencia de todos y cada uno a través de la armonía coral, la disciplina del solfeo y la vigilancia de una batuta inflexible.
Nos queda su recuerdo magnífico, su ejemplo constante y la certeza de que todos y cada uno de nosotros seremos, de alguna manera, continuadores de su excelsa obra. Nos queda también, eso sí, la duda, la gran desazón de preguntarnos cómo alguien como nuestro director pudo aparecer al borde de la muerte a aquellas horas inhóspitas y en aquella esquina de mala fama y desde entonces, peor recuerdo.
No podemos, ni queremos dar crédito, al informe forense que asegura, como si de la peor difamación se tratara, que la analítica forense del cuerpo de nuestro ya añorado director desvelaba no solo el consumo de ingentes cantidades de alcohol, sino también de varias substancias ilícitas. no podemos tampoco dar crédito a aquellos que afirman haberle visto desgañitándose con voz cavernosa, entonando el más canalla de los fados lisboetas.
En la confianza de que en el velatorio, que se abrirá a partir de esta misma noche, podremos contar con su estimable compañía, que nos servirá de consuelo y alivio de nuestras muchas penas, queda de vuestras excelencias siempre esclavo,

Alípio

ARME dijo...

Se echa de menos tomar el cafetito de la mañana leyendo una nueva entrada en el blog.Tendremos que esperar a que vuelvas de Flandes. Eso me hace no recordar algo, no sé si era un poema que venía a decir: "llévenme lejos de aquí, a Flandes, a Bohemia, tan lejos que en el camino se quede mi inquietud". O algo parecido. No soy capaz de poner pie en pared ahora mismo. No olvidéis comer unos arenques en Volendam y acabar con unos Poffertjes( unas tortitas muy ricas) Un abrazo a ambos!

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

..."Antes de entrar,se terminó de abotonar su bata nueva de Doctora de un blanco impecable. Recolocó sus broches preferidos,los mismos que le habían hecho los niños cuando aún estaba en prácticas.
Era su primer día como Doctora en la planta de Oncología del Hospital, pero para ella no era el primer día que pisaba el Hospital, ni esa planta, ni ese ala, llevaba pasando por esos mismos pasillos y por las mismas salas dese hacía muchos muchos años.....


Del futuro cuento que estoy escribiendo "La sonrisa de Sara Mar".

Y para dar juego a la invitación que nos ha hecho Manuel: Hagamos que este jardin florezca mientras él está de viaje.

MANUEL MOYA dijo...

Mis muy queridos lectores. Gracias mil por haber mantenido este blog en su pura llama viva, mientras yo me venteaba bajo los cielos algo taciturnos de Amsterdam y Brabante.
Ahora quiero contestaros de uno en uno:
Mi muy estimado Ignacio. Entiendo sus cuitas, pero consuélese, yo también suelo improvisar sublimes bulerías por los muelles de mis desvaríos. Si le parece podemos acompasar y cuidar nuestros mutuos corazones dando barquinadas corales por los cais lisboetas o, si se diera el caso, por las muelles ruas sevillanas que no dan al mar, pero que parecen mantener el mar en sus adentros. Nuestros coraznes vivirán más si cantan al unísono, como adelanta el papelito lisboeta.
Querido Rui: sepa que sus notae bruselensis me han valido de mucho por esas campavías brabantinas. Eso y las cervezas que he encontrado excelentes y caras, muy caras, pero excelentes. He echado de menos un libro suyo por las ilusas tierras del tulipán orangino. ¿Tendremos alguna vez esa suerte? Un comentario: no sé si me comprenderá, pero esperaba encontrar en flandes más flamenquitos y sólo me encontré con flanders de niveas cabezas, pero que son como más decolorados y rubiotes. Creo que en ellos no ha penetrado todavía el misterio dramatico de la seguiriya, aunquelo suplen con el chocolate y las biers bruins o como se diga.
Querida Concha: Gracias por tus palabras de ánimo para el viaje. Lo hemos pasado muy bien por esas tierras del Benelux, allá donde la gente en vez de caminar parece disponer de dos ruedas muy muy parecidas a las de nuestras bicicletas. Creo que son naturales, pero tendré que preguntárselo a Rui, a ver si me aclara el misterio.
Querida Arme, no hemos salido de AmstXXX. La ciudad nos ha soprendido tanto y para tan bien, que al final decididmos otorgarle todo su tiempo. Lo mereció, sin duda. Todo olía a grifa recién aliñada y no sé si era por eso pero la gente parecía sonriente y relajada. Uno comprende Amsterdam a través de Spinoza ya Spinozza vía Amsterdam.
África, niña,
gracias por ser la primera en romper el hielo. Promete ese comienzo de La sonrisa de Sara Mar. A mí me ha dejado con ganas de seguir leyendo.