ERASMUS

Mi hijo Julio está en Pisa de Erasmus desde hace mes y medio. Según sus cálcvulos, le pagarán poco, casi nada. Apenas para tabaco. Todavía no ha cobrado un duro y no sabe cuándo comenzará a cobrar, si es que cobra. Es posible que ni siquiera llegue a hacerlo. Muchos erasmus andaluces del año pasado todavía no han cobrado y es posible que ya no lo hagan. Mientras los padres pagamos los ERASMUS, los políticos y las Universidades se ponen las medallas y se hartan de discursear sobre la nueva Europa y sobre el esfuerzo que hace la educación para conseguir que los muchachos vayan a estudiar a otros países, lejos de sus familias y demás, llevando nuestra cultura y trayendo a la vez la cultura de esos otros países donde estudian. Eurobla-bla-blá. Me dan asco. Mi hijo Julio consiguió una beca ERASMUS, pero él no tiene nada de Erasmus. Unos días antes de marcharse para Italia, el responsable de Erasmus de la facultad de filosofía de Sevilla andaba de vacaciones, de congresos o de no sé qué. Al  personaje se la soplaba que los chicos que se incorporaban a las universidades extranjeras durante esos días tuvieran o no alguien con quien mediar en caso de dificultades. Supongo que el tío no ha dejado de cobrar lo estipulado por no hacer nada. Literalmente nada. Mi hijo llegó a Pisa sin los papeles resueltos, por desidia de este personaje. Una vez allí, las asignaturas que tenía acordadas no le valieron de nada y ahora se busca la vida yendo a clase, sin que haya terminado de resolver la situación. Son muchos los que están como él. Los Erasmus les importan un huevo a todos. Hoy el Gobierno, a mitad de curso, cuando los estudiantes ya están en sus lugares de estudio y han firmado contratos con sus caseros, va y les sisa las becas. Con alevosía y nocturnidad, conste en acta. Tampoco es que con las becas llevasen mucho adelantado lo smuchachos, la verdad. En el mejor de los casos Julio cobraría unos 150 euros mensuales (de la UE), más los cero patatero que les daría la Junta de Andalucía en alguna fecha cercana a 2050, supongo, así que sólo espero que los sociatas no tengan la jeta de echarle en cara a los peperos el atraco, porque con ellos la cosa es absolutamente igual, como se ve. Con un amano delante y otra detrás, es como se encuentran los pobres estudiantes. Menos mal que los padres afrontamos los gastos. Los padres que pueden permitírselo, claro. Porque aquellos alumnos a quienes sus padres no puedan socorrer, no tienen la menor oportunidad de hacer un Erasmus. Ni de coña. No sé si todos los países son tan insensibles y tan miserables como el nuestro con sus jóvenes. Confío en que no. Yo, francamente, estoy más que asqueado. No sé a qué carajo espero para pedir la nacionalidad lituana o argelina, pongo por caso. Este país se está poniendo imposible. Este país da ganas de vomitar un día sí y el otro también. Quiero pedir asilo político en las Seichelles o en Botswana. Cuando me preguntan si mi hijo está de Erasmus digo, no, mi hijo está estudiando en Italia, que es otra cosa. Creo que voy a echar la pota: es lo que hay.





BALANCE


Mi vida ha sido una constante lucha. Luché contra mis maestros, luché contra mis padres, contra el sistema, contra las oposiciones, contra el conservadurismo burocrático, contra el matrimonio, contra el divorcio, contra las reformas administrativas, contra quienes se obstinaban en desprestigiar las oposiciones, contra quienes abogaban por destruir el sistema, contra mis hijos, contra mis alumnos. Ya digo, mi vida ha sido una constante lucha y siempre (es hora de ir haciendo balance), me ha tocado militar en el bando de los vencidos.











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