HARAQUIRI


Cosas veredes. Lo expuse en mi anterior entrada. Al psoe se le había presentado la virgen en la forma de la abdicación del rey. Traicionados sus vínculos obreros, abdicado de su socialismo, sólo le quedaba su impronta republicana y esta ha saltado por los aires apenas el primer borbón la ha puesto a prueba. Cuestión de estado, lo llaman, sin percatarse de que todo en un partido político debiera ser cuestión de estado, incluido naturalmente el proponer otro modelo de estado. En la derecha, obviamente se frotan las manos ante el haraquiri de un viejo competidor que se traiciona a sí mismo y a su historia. Qué le queda, pues, al psoe. Su instinto gobernante, unos pocos nostálgicos del viejo Pablo Iglesias, una cierta clase media que ha vivido de las siglas y sus alrededores y que hace tiempo que dejó atrás el sindiós de las ideologías y los pantalones de campana y finalmente un puñado de votos andaluces que jamás entregarán la vara a los señoritos. El psoe se ha convertido en un partido de gobierno, es decir en un partido sin un proyecto ideológico, sin una estrategia social, sin una sola alternativa obrera, un partido al que le hacen llagas las ideas y que cuando no gobierna, sin sustancia ideológica que lo sustente, no es nada.  Siendo así, a quién le sorprende su acelerada erosión, su descenso a los abismos, su cada vez mayor identidad con los de la gaviota. Los nuevos nombres no le durarán ni dos semanas, porque tras ellos no hay más que un enorme bluff, un cartel sin huesos, una mirada enajenada y huidera, un puñado de niñatos que confunden la política con la esgrima o el toreo de salón. Su única esperanza es que la derechona acceda a una alianza con ellos, ponerse a su disposición, dejarse perdonar las veleidades socialdemócratas y luego desaparecer. Sin una idea esperanzadora y visible que sostenga ese edificio al que FG, en un alarde de arquitectura política, sustrajo sus cimientos ideológicos, sin unas líneas claras y concisas que delimiten su terreno de juego (por ejemplo, el republicanismo, el socialismo), sin un sustrato social donde proyectarse y al que ilusionar, los nuevos caretos del psoe se quedarán en simples afiches que quedan muy bien en la portada de El País pero que no serán capaces de relanzar a un partido desnortado al que últimamente le están saliendo demasiados competidores a derecha y a izquierda. El verlos votar como ovejitas luceras en la abdicación del rey, será como asistir hoy día a un concierto de los Rollings, algo entre lo patético y lo nauseabundo. D.E.P.











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