PAÍS

Equipo Crónica: Todo sigue igual
Mi hijo Julio anda de Erasmus por Italia. Vendrá dentro de un mes. Y empiezo a estar preocupado. Cómo explicarle que el país al que vuelve no es el mismo del que hace justo un año se fue. Qué le diré cuando me pregunte por qué carajo investigan al policía que destapó el asunto del piso del presidente de la Comunidad madrileña, qué podré decirle del soldado que habiendo escrito un libro de ficción va a ser acusado por el ejército o cuando me pregunte cómo es que la gente que intervino en los piquetes durante la última huelga están ya en prisión. Qué le diré con la censurada portada del Jueves sobre la abdicación, qué le podré decir de los manifestantes que han sido multados por ejercer su derecho de manifestación, cómo le explicaré la ley que pretende regular maniatando las manifas, qué alegaré sobre la decapitación de la dirección de El Mundo y del País, sobre el estrangulamiento del cine simplemente porque la peña del cine usted ya me entiende, qué decirle de la pretensión de cortarle el pienso mediático al nuevo Pablo Iglesias, qué decir sobre el nuevo código civil, sobre la ley del aborto, sobre las abusivas tasas de la judicatura, sobre las nuevas leyes laborales, qué decirle de un país que se ha dado tantísima prisa en quitar a un rey para poner al otro, pasándose por el forro el clamor popular. Sí, pobre hijo mío, que se fue de un país que mal que bien presentaba visos democráticos, para volver a este otro país, el que he descrito, que tanto se me anda pareciendo a una dictadura.




Un relato de Ningún espejo

RATAS


Fijo que fliparías con el Romeo ese de los cojones. Una pinta de maricona que echa para atrás, ya te digo, pero el menda se cameló a la jambita que no veas. Te imaginas tú y yo agarrados a un balcón dale que te pego, acezando como vacas. Y luego todo ese lío con los viejos y su puta madre. Porque los viejos son todos igual. Imagina a los viejos dando la barrila con que si esto con que si aquello y nosotros a nuestro puto rollo, dándonos el vacile en el balcón, tú te imaginas. Pero al jambo le sudaba el nabo de todo el rollo chungo que se traían los viejos. Que se las pique un pollo, no te jode. Aunque te digo una cosa: yo por ti fijo que haría lo mismo. Tú me ves así pero yo, te lo juro, soy un puto romántico de ésos. Ya te digo. Si me llega a conocer la Julieta de marras hubiera flipado en colores. Me la hubiera cepillado por la cara, porque a esa clase de tías lo que les va es que se la cepillen del tirón y que las dejen así, como si les hubiera pasado un camión por todo lo alto y entonces se olvidan de sus padres y hasta de su puta suerte. Aunque, ya te digo, yo le hubiera dicho que se dejara de los balconcitos, que los balconcitos son para las mariconas, ¿sabes lo que te digo? Y yo no soy ninguna maricona, que te quede claro. ¿Tú me ves a mí agarrado a un balcón de ésos? ¡Ni muerto! Antes me meto a picoleto, ¿que no? Pero ahora estamos a lo que estamos. No me mires así, como si te importara un carajo lo que te digo. Tronca, tú no sabes con quién te juegas los cuartos. Llevas tirada ahí dos horas y ni para arriba ni para abajo. Ni que te hubieras quedado en el subidón, colega. Tener que ir a lo del Rata me pone tela telita tela de chungo. Para llegar a su queli hay que pillar dos autobuses. ¿Sabes lo que te digo? Dos autobusacos de puta madre. Dos para allá y dos para acá. Cuatro autobuses, tronca. Dos y dos, cuatro. Y luego tirarse media hora gastando zapatillas. Media hora para allá y media hora para acá. La mañana entera. Pues eso es lo que hay. Mira a ver si tienes diez euros. Yo le saqué veinte a ese tontopollas por la máquina de afeitar que le birlé al otro y el de la moto, ya ni me acuerdo, tú, pero con veinte no llega para los dos. A lo mejor se los puedes pedir al jambo de los pollos, ése, como se llame. Ése fijo que te los suelta. He visto cómo te ronea. Un día voy a canearlo, te lo juro, pero ahora fliparíamos con diez euritos más, ¿que no? Podrías ir y decirle que es para la luz, que nos han vuelto a cortar la luz. A ti te echará cuenta. El Rata se enrolla pero si no vas con la guita, no quiere saber nada. Si no le sueltas la guita es que se la suda que la palmes, así que te pillas al jambo de los pollos y te lo camelas allí mismo ¿que no? Ése por un polvo te canta por Sinatra. Y si no se enrolla le dices que le voy a meter fuego a la pollería, que El Zanco tiene huevos para eso y para más y que a mi chorba no la ronea ni Dios, ¿te estás enterando, tronco?, ni Dios, que yo soy como el Romeo y que ya mismo me estoy cagando en sus muertos. Eso le dices, que te escuche, que estoy hasta los cojones de que te mire como te mira, tronco, ¿sabes lo que te digo?, que a ver si te crees que la policía es tonta y El Zanco no controla lo que haya que controlar. Fijo que se acojona y te los suelta el muy pringao, ¿que no? Diez euros. No la va a diñar por diez euros. Nadie la diña, joder, y el Rata es un cabrón para el tema de la tela telita tela, tronca, échame cuenta. Tú vas y le dices que son para la luz o para recargar el móvil. Joder, tronca, ¿ahora te vas a quedar sobada? ¿Ahora te va a entrar el chungo? Un día, te lo juro, me voy a abrir y te van a papear las ratas aquí. Ayer vi una ahí mismo que te cagas. Como un conejo, colega. Las cabronas llevan la enfermedad de la varicela o del sarampión, yo qué sé. Una enfermedad de ésas que te pone a cien. Te meten un viaje y estás lista. Mucho más chungo que el pico, ¿que no? La gente con que si el pico y todos sus muertos, pero a ver quién coño habla de las ratas y de su puta madre. Un nota me contó que la peña se vuelve majara con las ratas. La rabia esa que te deja todo chungo. Es como un veneno tela de fuerte que se te mete en la chola y te deja  majara perdido. A mí nunca me ha mordido una rata. No ha nacido la rata que a mí me toque los huevos, colega. Yo me cago en todos los muertos de las ratas y todos sus muertos, uno detrás de otro, ¿sabes lo que te digo? La que me muerda  la lleva crudo. Las ratas saben quién es el Zanco. Cuando era chinorri les metía electricidad en los huevos. Tardaban en palmarla, pero al final, ya te digo. Éstas que se pasean por aquí fijo que son las que se han traído los americanos para darnos por culo. Antes aquí no había ratas, pero los hijoputas esos dijeron, a estos mendas los vamos a hartar de ratas para que espabilen y los muy vacilones cargaron un barco hasta las trancas de ratas. Las más chungas, las más grandes de Nueva York. Las echaron en las alcantarillas y fliparon. Ya te digo, como para no flipar. Aquí tenían todo el papeo que les salía de los huevos. Por eso se ponen como conejos, tronca. Si se pudieran papear serían la hostia, pero los americanos les metieron la malaria esa o el SIDA o lo que fuera, tronca, ¿es que ahora hay que ser médico para hablar de las ratas? Y nos jodieron vivos. Lo hicieron para que tuviéramos que chupársela en Irak y cantar por Frank Sinatra, ¿que no? Ya ves la que liaron en Vietnam y Nueva York cuando le metieron caña a las torres y le querían dejar el muerto a los moros y su puta madre. Ni los perros se papean a las ratas. El suelo está lleno de bichos de esos. Un día todo esto va a reventar, a ver cómo te lo explico. Van a salir millones de ratas y vamos a flipar en colores. Los primeros, las mariconas esas, tú ya sabes. Todas las mariconas. Las lolailos. Ratas y cucarachas, tronca. La que vi ayer saliendo de ahí era un conejo, lo juro por mis muertos. Tenía los ojos colorados y si no me hubiera ido para ella con el ladrillo capaz de comerme los huevos, la mamona. Te lo juro, me voy a cagar en todos los muertos de las ratas y de los americanos, pero, joder, despierta de una vez. Ya sobarás más tarde. Así, tumbada, te pareces a esa menda, la Julieta esa del balcón y su puta madre. Si tuviera que elegir entre la Julieta y tú, fijo que ni me lo pensaba. La Julieta, ya ves tú, no era más que una mamona, una niñata que sólo quería hartarse de follar como loca con el Romeo de los huevos. He conocido yo a tela de Julietas. Más de las que te puedes figurar, colega. Mucho balcón pero luego nasti de plastic, ya te digo. Tú eres cien veces más chachi. Mira, las nueve. Los chinorris están ya para la escuela. ¿No los escuchas? ¿Te acuerdas cuando eras chinorra tú también? Todo el puto día flipando, ¿que no? Deseandito de salir de la escuela para andar por ahí a tu puta bola. Y sin tener que meterte nada, tía. Me tenías que haber conocido de chinorri. Ya entonces me tenían fichado. Tu hijo, decían, chungo. Chungo pero chungo y mi madre les decía que lo que era era un descastado. Ya ves tú, un descastado. No sé lo que tendría que ver, pero las maestras dale que dale con que era tela de chungo y que a la próxima me iban a expulsar para ver si aprendía, no te jode, como si en la escuela, tú, se pudiera aprender algo. Porque a los maestros, esto lo sabe todo quisqui, les tienen comido el coco los putos americanos y muchos ni lo saben, tronca, como te lo estoy diciendo. Meten a los putos espías y eso es lo que pasa. O los ovnis, que son unos aparatos que ellos sueltan en el espacio para dar por culo, que es todo lo que saben hacer. Y los niños, ya ves tú, haciéndose los muertos. ¿Entonces qué me dices de los diez euros? Yo no voy a esperar a que me venga el mono, tú. El de los pollos igual se enrolla. ¿Para él qué son diez putos euros? Eso lo gana él con la punta la polla, ¿que no? ¿Te he contado alguna vez que mi viejo tenía un puesto de pescado? Era un cabrón, pero se lo montaba dabuten. El muy cabrón vendía el pescado podrido. El que no querían en la lonja. Se lo daban medio regalado y lo vendía por las puertas el hijo de la gran puta. No sé cómo no la palmamos, tronca. En eso era una bestia. Se camelaba a toda la peña. A la vieja se la tenía camelada viva. Hiciera lo que hiciera con ella, ni se coscaba. Un día se trajo una chorba a casa. Le dijo a la vieja que les hiciera un caldito y mientras la vieja se lo hacía, se la ventiló allí mismo, por toda la cara. A veces se tiraba semanas sin aparecer por casa. Todo el rato con sus putas y sus mamoneos, ya te digo. La casa era una balsa durante esos días, porque la vieja, que sería tonta pero que se las sabía todas, guardaba la tela en una lata del Cola-cao. Un día el viejo vino diciendo que había perdido la casa en una timba. Mi madre se puso como loca. Es la uniquita vez que le echó huevos la vieja. De aquí no me voy si no es con los pies por delante, dijo y se agarró al cuchillo de trocear la carne. Y el viejo flipaba. Esa vez tuvo que mamar. Se najó y no volvió hasta que le entró lo del estómago. Entonces volvió a casa, como si no hubiera pasado nada. ¿Te he hablado alguna vez del viejo? Un pavo como un armario. Un careto que daba jindama y un cigarro siempre en la boca. Me pongo chungo sólo de recordarlo. Un día, cuando ya estaba que si sí que si no, cuando era una puta mierda, casi le parto la crisma con una tabla. Dos años viviendo con las putas y cuando estaba para palmarla, se acordó de la vieja y todos sus muertos. Y entonces se me puso vacilón y le endiñé con la tabla. Tenías que haberme visto, tronca. Me tuve que abrir de la queli. Hasta llegaron los putos maderos y preguntaron que quién coño le había endiñado. Se pasó un mes mamando en el hospital y mis hermanos me decían que si estaba colgado, que qué cojones me pasaba, que si me había dado un chungo o es que quería cargármelo. Y yo les dije que si tan chachi les parecía el viejo y todos sus muertos que fueran a chupársela. Me tuve que abrir. La palmó un año más tarde el pedazo de cabrón. Dicen que del viaje que le di en la cabeza, pero no, se murió del chungo que tenía en la barriga por todo lo que había andado con las putas. Que le den mucho por culo, ¡no te jode! Cuando llamaba a la vieja, no hacía más que darme la barrila para que fuera a verle, que si había preguntado por mí, que si total la iba a palmar, que si en la vida había que saber perdonar, que si un padre es siempre un padre, que qué coño pensaba hacer para tragarme el orgullo y que en eso era igualito igualito que tu padre. Me tocaba los huevos tanto orgullo, tronca. Pero yo le soltaba que si tanta ilusión le hacía, que cuando fuera a verle le llevase a una cabra de mi parte porque a mí, lo que es a mí, ese hijoputa no me iba a ver el pelo con todos su muertos. Pero uno lo piensa a veces, tronca. Ella, la vieja, quiero decir, no se merecía que yo le dijera eso. Bastantes movidas había tenido con él. Yo muero por la vieja. Mi vieja no hace más que darme la vara con que si es capaz de meterse en un préstamo para pagarme la cura, que en cuanto yo diga se va adonde tenga que ir, pero no quiero saber nada de ella ni de sus pelas. Lo tengo pensado: cuando tenga que reventar, reventaré. Ya ves tú lo que me importa esta puta mierda. También la vieja es una pringá. Si viviera cerca seguro que le sacaba los diez euros que nos faltan. Joder, tía, si fuera tan fácil ya estaría donde el Rata. Tú dirás. Si no quieres sacarle la guita a ese cabrón, tú misma. A mí como si te la pica un pollo, ya ves tú. Luego no me vengas con mamoneos. Si lo tuviera delante, te lo juro, sería capaz de meterle fuego. Lo chungo es que el muy capullo ardería con sólo acercarle la llama, ¿que no? La vieja es otra cosa. No me suelta guita, pero la entiendo. Mis hermanos le meten baza con que soy un yonqui de mierda, con que lo mejor que hace es olvidarse de mí, que soy la desgracia de la familia y que un día la voy a diñar y muerto el perro se acabó la rabia. Ya ves tú, como si ellos fueran a durar toda la vida. Esas cosas, tú. En fin, la vida es un movidón que es que flipas. Yo me cago en todos los muertos del que inventó la vida, te lo juro. Una puta mamona, eso es lo que es. Si lo tuviera delante le diría que es un cabronazo y de paso le diría que me cago en todos los muertos de los americanos, del jaco, del Romeo ese y de todos sus muertos. Pero ahora hay que pillarse diez euros. Con diez euros ya estoy en casa del Rata, ¿que no? Tú déjame a mí, que yo sé de qué va esta movida. Pero, no me jodas, abre los putos ojos, joder, que llevas así dos horas y me está entrando una jindama de cojones. Ya tendrás tiempo de sobar esta tarde. Tienes que sacarle los diez euros a ese pringao. Tía, despierta, despierta. Joder, no me vengas ahora con que te ha dado el chungo. ¡Estás como el hielo! Eh, tronca, despierta, despierta, joder, despierta. Deja de vacilarme, tronca, y abre los putos ojos, que me va a dar el chungo y cuando me da el chungo, ya me conoces, me vuelvo todo todo loco. Abre los ojos, hostias. No, si al final me voy a cargar yo todo el marronazo. Oye, oye, no me jodas. ¿Justo ahora la vas a palmar? No me jodas, tronca. ¿Y ahora qué coño hago yo solo? Despierta de una puta vez. No me mola nada que me vaciles, eh. A mí agüita con las bromas, así que abre de una vez los ojos y mírame. Ya me conoces. Si te quedas aquí, capaz de que te papeen las ratas esas, que son como conejos, tú. En dos horas te tienen lista, así que déjate de movidas y ve despertando. Yo, por lo pronto, me abro, tú, que no quiero películas con los maderos y con los hijoputas de los americanos. En cuanto te encuentren, fijo que van a por mí. Hubiera estado guapo que te pillaras los diez euros, pero ya no va a poder ser, colega. Mira, joder, estoy llorando. Soy un romántico, ya lo sabes. Lastima, tronca. Nos hubiéramos metido un trancazo de flipar. Otra cosa no, pero el Rata tiene un jaco de la hostia. Tú y yo, tía, ¿te das cuenta? No me jodas con que la vas a palmar ahora. Tú sabes que yo por ti soy capaz de matar, así que espabila y no me vaciles. Si tú la palmas, yo voy detrás, ya lo sabes. Soy capaz de meterme treinta gramos, tía. Como el Romeo y la Julieta esa, los jambos de la tele. Tú te imaginas, tronca, los dos en la tele, dándonos piquitos en un balcón y luego tirados por ahí, comidos por las ratas. Bueno, joder, qué quieres que te diga, si no te puedes levantar, no te levantes, tú te lo pierdes. ¿Sabes lo que te digo?, que me abro. Ya le sacaré la guita a cualquier pringao. Si nos hubiera dejado el caballo, tú y yo seríamos el Romeo y la Julieta, ¿que no?, follando todo el rato, como americanos de ésos, me cago en Dios, ¿tú te imaginas?

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