ESPERANDO A LOS ÁCAROS

ESPERANDO A LOS ÁCAROS



Curiosamente hoy cuelga el amigo Antonio Rivero Taravillo el listado de El Cultural del Abc a los libros más comprados y en la sección de Poesía aparece el Reis de Visor entre otros 9 libros innombrables. Ayer, Ángel Manuel, el cura del pueblo, me trajo los culturales atrasados de julio de 2015 y enero del 16, donde tanto Campos como Reis se batían con estos bestias de marwn, Raydon, Irenex o Derfres -sics- que son como Los Pecos pero en papel, quiero decir, bueno, eso que quiero decir. Nada de Aurora Luque, nada de Rosillo, nada de Karmelo y de tantos otros poetas memorables, nada de nada. En fin, que en la respuesta a Antonio improvisé estos versos paródicos de Cavafis:










ESPERANDO A LOS ÁCAROS

Por qué acuden los malos poetas al mercado
y saturan con sus versos las esquinas.
Porque a los ácaros les gustan los argumentos falaces
y mejor distraerlos con amor, aun corrompido,
que asustarlos con versos verdaderos.




Y lo cierto es que sí, también a la poesía, ese último bastión del pensamiento y de la palabra, está llegando la marea falaz de estos cantores del todo a cien, que se revuelcan con sus amores gastados y banales, con sus versos mendaces y manidos, que nos recuerdan a las canciones más estúpidas con las que la industria discográfica destrozó tantas buenas y esperanzadoras adolescencias. El mal gusto -el no tener ni una pizca de gusto, vamos-, la incapacidad crítica de una sociedad infantiloide, la falta de un verdadero espíritu cultural y crítico, auspiciado y promovido desde arriba, las nuevas leyes de educación redactadas para la producción y la alienación, y los malos, pusilánimes, apesebrados, y cansados enseñantes de literatura (con sus muy honrosas excepciones, quede claro) en los colegios e institutos, a la larga traen consigo estos lodos que al fin y al cabo nos colocan ante el espejo de una sociedad decadente, narcisista, multiesclerótica y banal. También, digámoslo todo, los poetas  contemporáneos tenemos mucha culpa en este estado de coisas al habernos creído el ombligo del mundo y no ser más que poetas domingueros y trepas que escriben/imos versos como podrían/mos construir torres del oro con palillos de dientes y que se cuelan/nos colamos en todas las salsas institucionales, creyéndonos la hostia cuando somos/son, si acaso, cien veces mejores que todos esos vendedores de humo cardiaco que copan como bellas y pestilentes medusas los listados.
Así que -aun con el auto/rapapolvo anterior- ya está bien de reírles las gracetas a Marwan, Irene x y compañía. Digámoslo sin ambages ni florituras: son malos de solemnidad, malos hasta la náusea, trileros que ni siquiera saben usar los cubiletes. Y no es que sólo sean tan rematadamente malos, es que ni siquiera saben que lo que dicen ya está dicho -y mucho mejor dicho, por cierto- millones de veces. Pero, ya digo, ni ellos ni los compradores compulsivos de su basura diarreica tienen culpa alguna... son los tiempos, estos tiempos en los que el tocino es velocidad. Marwan, IreneX, Defred, Rayden, Sergio Carrión, Diego Ojeda son los listillos que pone la industria editorial para que los adolescentes paniaguados y sin futuro se gasten la pasta que les sueltan los pringaos de los padres para que ellos se miren en el espejo, donde todos, ay, salen tan guapitos, narcisos que lo ignoran todo de Narciso.



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