Hace
menos de un mes que anduve por Auschwitz. Yo también, Juanma, traje una
piedrita blanca de allí, concretamente de Birkenau. No sabría describir por qué lo hice. Podría decir que estaba solo en mitad de la yerba y que de pronto vi la piedrita allí, blanca, sola. Durante un buen rato me la quedé mirando. Sin esperar respuesta me la puse en la mano y durante un buen rato la guardé en el puño. Luego la metí en el bolsillo y me olvidé de ella. Ya en casa la
uní a una hojita del olivo de Alfácar, donde supuestamente... Ambas,
junto a un lápiz, están dentro de una jaula
de grillos. Nadie vea en esto un sentido artístico: es más bien una visión de conciencia, de
identidad, si me apuras. Hasta aquí los datos.
Por qué vamos a los campos de concentración, por qué uno visita Belchite, por
qué uno pilla una piedra de Birkenau. Inevitablemente uno se ha de preguntar eso. Yo
aventuro mi respuesta, Juanma, una respuesta: en tiempos confusos, de tanta lasitud del
pensamiento, de tanto cinismo, de tanta post-verdad, de tanto interesado
olvido, de tanta alienación en suma, uno necesita "materializar" la verdad, saberla ahí,
cristalizada en una piedra, incuestionable, grávida... Esa/s piedra/s es un alegato,
Juanma, esa piedra es una prueba... Y no es un simple exvoto del pasado,
sino una alerta contra las trampas ciertas y olvidos interesados del porvenir. Y a eso va uno a
Auschwitz, a curarse del chalaneo del pasado y de las coartadas del porvenir. Es un contrato "con" la vida. Y lo
peor es que eso lo entiendes no al entrar al campo, sino al salir. Y por paradójico
que parezca, Juanma, uno entra en Auschwitz con aquello de "el trabajo
te hará libre" -culmen incuestionable del cinismo universal- pero al salir la cuestión
se plantea de forma distinta: el trabajo con el recuerdo, el trabajo con
la historia terrible del hombre, el trabajo con la miseria humana es la
única vereda hacia nuestra liberación de ese terrible ser que nos
habita y cuyas trazas vemos en los serenos campos de Auchwitz. Si te alivia, yo también traje una piedra. A mí me alivia que tú
también la trajeras.
LA PIEDRA DE AUCHWITZ
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