CHICHARRAS

Chicharras. Oigo el canto de las chicharras. Ayer estuve en el campo echando un vistazo a los árboles que sembramos en otoño. Estaba el campo amarillo y seco. Terriblemente amarilo y seco. El verano es una estación rara. Distinta. Antes, cuando era un jovenzuelo la esperaba con ansia, ahora sólo espero que pase tranquila, serenamente. Tanta luz aprieta y confunde el alma. Tanto calor asfixia y embota los sentidos. Acabo de estar con Rosa y su gente dando una vuelta por el pueblo. No sé, me gusta mostrar el pueblo a la gente. Todo se ve de otra manera, matices que de otro modo hubieran pasado desapercibidos. Subimos a la era y desde allí todo se veía verde, exultantemente verde. Los castaños, los olivos, los pinos con sus distintos matices... pareceían refrescar el ambiente.

Hoy os dejo con un micro bastante tórrido y duro, de Caza mayor, como todos.



GERNIKA
Padre, me parece que sí, que son aviones, pero desde aquí... ¿Qué? ¿Que corra, dice? De verdad que no lo escucho. Aló, aló... A dónde, a dónde, padre. Es que con tanto ruido no sé qué me dice. ¿Sí? ¿Sigue ahí? Joder, no lo escucho. ¿Cómo? Espere, espere un momento, oigo algo que silba sobre mi cabeza.

1 comentarios:

A propósito de chicharras, recuerdo cuando íbamos al colegio de pequeña, en el campo, las cogíamos por el lomo y observábamos la abultada barriga, cómo vibraba cuando cantaba, eso era una de las cosas con lo que nos entreteníamos los niños en el campo.
La imagen es devastadora, y por desgracia todavía se siguen viendo. Un microrrelato, que podríamos decir que reúne las características de un haiku, la imagen lo dice todo.
Te dejo un haiku
Desolación,
escombros en el alma,
huyen ¿a dónde?
Un abrazo
Inés