EL MAESTRO ANTONIO DI BENEDETTO

Hoy, domingo, hace un día de domingo primaveral. Esos domingos donde es dulce vestirse de primera comunión, caminar por las calles empedradas con un ramo de flores (o con un misal, que es mucho peor) mientras a nuestras espaldas canta un gallo o rozna un burro. A nuestras espaldas. Las fachadas parecen invitadas, de tan blancas, al convite. Hasta suena el chinflán inconfundible de un afilador. A lo lejos los castaños, imperturbables, asisten a la ceremonia de la luz con sus relucientes hojas nuevas. Todo hoy parece de estreno. Sin darse cuenta, confusa, trepidantemente, los niños cruzan bajo sus trajes inmaculados el rubicón de su infancia. Esas ropas que hoy visten y crepitan en la iglesia, los despoja de su niñez y los lanza a un mundo tan tenebroso como fascinante. Pero ellos no lo saben. Ellos y sus padres dan en creer que lo de hoy es una representación de la felicidad. No se equivocan, desde luego. Pero en realidad lo de hoy es una representación fastuosa del adiós: la primera de las simbólicas despedidas. Hasta hoy eran niños, mañana serán gelatinosas individualidades que no son ni niños ni adultos. Personajes en el limbo, en la frontera, en el primer adiós, como digo. Una deslavazada aproximación al rito de la fertilidad.

Hace unos días prometí traeros alguna cosa de Antonio Di Benedetto, maestro cuentero donde los haya. Como dije, yo le profeso un particular aprecio a Di Benedetto. Compré uno de sus libros, Caballo en el salitral, acaso por el título y ya me quedé ahí. Me sorprendió la cálida precisión de su lengua, para nada inferior a la de Borges, esa como capacidad de entrar en lo más hondo de sus personajes, lo que me recuerda tanto a Onetti, como a Sábato, por poner dos ejemplos, y un acento de dignidad en la fabulación, una manera de dignificar la vida y la palabra que me impactaron. Desconocía, pues nada decía la escueta biografía de ello, de sus padecimientos en pos de la libertad, de su amargo exilio en Madrid, de toda su quebrantada biografía. Más tarde me fui haciendo de las escasas publicaciones suyas que se publicaban en el país y que yo, modestamente, podía permitirme. Novelas, nuevos cuentos. Murió cuando lo perdí de vista, sin saberlo. En el 86. En Argentina. En la búsqueda de un hijo que se tragó la dictadura de Videla. En soledad tal vez. Muchos años más tarde encontré su nombre en una revista española que yo había dirigido (ya no lo hacía) llamada Sin embargo y me dio alegría encontrar de nuevo al viejo maestro y en tan insospechados páramos. Ahí supe que había muerto una década antes. Pero lo fui olvidando. Se me fue yendo, escurriendo entre los nuevos árboles de la memoria. Ahora regresa el maestro. Porque los maestros están para eso, para aparecerse en cualquier recodo del camino, para caminar contigo bajo la lluvia o la polvareda, para presentarse un día y como un viejo amigo, hablar de nuestras cosas, como si el tiempo hubiera sido definitiva, pudorosamente abolido. Y así, me digo, son y tiene que ser los amigos, todos los amigos, los que al regresar de un largo viaje, resulta que no se habían ido. Y así he descubierto a Antonio, a quien nunca escribí ni traté, como un amigo. Y este descubrimento me llena de alegría.

Hoy os dejo con dos micros suyos:

MARIPOSAS DE KOCH
Antonio Di Benedetto

Dicen que escupo sangre, y que pronto moriré. ¡No! ¡No! Son mariposas, mariposas rojas. Veréis.
Yo veía a mi burro mascar margaritas y se me antojaba que esa placidez de vida, esa serenidad de espíritu que le rebasaba los ojos era obra de las cándidas flores. Un día quise comer, como él, una margarita. Tendí la mano y en ese momento se posó en la flor una mariposa tan blanca como ella. Me dije: ¿por qué no también?, y la llevé a los labios. Es preferible, puedo decirlo, verlas en el aire. Tienen un sabor que es tanto de aceite como de yerbas rumiadas. Tal, por lo menos, era el gusto de esa mariposa.
La segunda me dejó sólo un cosquilleo insípido en la garganta, pues se introdujo ella misma, en un vuelo, presumí yo, suicida, en pos de los restos de la amada, la deglutida por mí. La tercera, como la segunda (el segundo, debiera decir, creo yo), aprovechó mi boca abierta, no ya por el sueño de la siesta sobre el pasto, sino por mi modo un tanto estúpido de contemplar el trabajo de las hormigas, las cuales, por fortuna, no vuelan, y las que lo hacen no vuelan alto.
La tercera, estoy persuadido, ha de haber llevado también propósitos suicidas, como es propio del carácter romántico suponible en una mariposa. Puede calcularse su amor por el segundo y asimismo pueden imaginarse sus poderes de seducción, capaces, como lo fueron, de poner olvido respecto de la primera, la única, debo aclarar, sumergida —muerta, además— por mi culpa directa. Puede aceptarse, igualmente, que la intimidad forzosa en mi interior ha de haber facilitado los propósitos de la segunda de mis habitantes.
No puedo comprender, en cambio, por qué la pareja, tan nueva y tan dispuesta a las locas acciones, como bien lo había probado, decidió permanecer adentro, sin que yo le estorbase la salida, con mi boca abierta, a veces involuntariamente, otras en forma deliberada. Pero, en desmedro del estómago pobre y desabrido que me dio la naturaleza, he de declarar que no quisieron vivir en él mucho tiempo. Se trasladaron al corazón, más reducido, quizás, pero con las comodidades de un hogar moderno, por lo que está dividido en cuatro departamentos o habitaciones, si así se prefiere nombrarlos. Esto, desde luego, allanó inconvenientes cuando el matrimonio comenzó a rodearse de párvulos. Allí han vivido, sin que en su condición de inquilinos gratuitos puedan quejarse del dueño de casa, pues de hacerlo pecarían malamente de ingratitud.
Allí estuvieron ellas hasta que las hijas crecieron y, como vosotros comprenderéis, desearon, con su inexperiencia, que hasta a las mariposas pone alas, volar más allá. Más allá era fuera de mi corazón y de mi cuerpo.
Así es como han empezado a aparecer estas mariposas teñidas en lo hondo de mi corazón, que vosotros, equivocadamente, llamáis escupitajos de sangre. Como veis, no lo son, siendo, puramente, mariposas rojas de mi roja sangre. Si, en vez de volar, como debieran hacerlo por ser mariposas, caen pesadamente al suelo, como los cuajarones que decís que son, es sólo porque nacieron y se desarrollaron en la obscuridad y, por consiguiente, son ciegas, las pobrecitas.


VOLVER

Le explico a Horacio:
-Hoy he recibido la invitación para el acto de Manuel que se hizo el lunes.
Horacio comenta:-Lindo tema para un cuento fantástico.
No me dice cómo, queda a mi cargo.
Decido volver al lunes, pero el acto se ha suspendido. Tengo que volver al jueves, el día que hablé con Horacio.
Pero al regresar ya no es jueves, sino viernes. Entretanto el jueves ha ocurrido que...
Reflexiono que de otra manera ya me ocurrió. Yo tenía que buscar, hacia atrás, a una mujer. Y ella tenía que buscarme a mí. Retrocedimos, pero cada uno por su propia inspiración y sin ponernos de acuerdo previamente.
Nunca coincidimos en nuestros retrocesos e intentando dar con el día exacto para los dos, malgastamos la vida.
Cada vez llegábamos más atrás en el calendario.
Deduzco que, de una y otra experiencia, podría sacar una conclusión, aunque evidentemente amarga: No se puede volver a lo que se quiso.



 
 
Antonio di Benedetto, Cuentos completos, Ed. Adriana Hidalgo, 2006, Buenos Aires Argentina

Acabo hoy con una muy interesante y premiosa biografía de Antonio di Benedetto, firmada por  "Territorio de lo escrito", un blog de literatura argentina. Para los curiosos y los entusiastas del mendocino.


BIOGRAFÍA DE ANTONI O DI BENEDETTO

1922
Nace en Mendoza, el 2 de noviembre. Descendiente de italianos por ambas ramas familiares, aunque su madre había nacido en Brasil. Su abuelo paterno era vitivinicultor y tenía una bodega en Mendoza. Su padre había seguido la carrera militar y era enólogo.
"Muchos apelan a la referencia de los signos del zodíaco. Yo los paso por alto porque cuento con una predestinación especial: la fecha de mi nacimiento. Y esa nominación religiosa que corresponde al Día de los Muertos me ha acompañado con una fidelidad absoluta. De modo que me crea dudas a menudo sobre mi existencia", dirá el escritor en una entrevista con Joaquín Soler Serrano en 1985, realizada para la Televisión Española.
1928
Comienza a cursar la escuela primaria en la localidad de Bermejo, en Mendoza.
1933
El 13 de febrero muere su padre en circunstancias imprecisas. Este hecho marcaría definitivamente su vida.
"Mi padre era severo, enérgico, y se retiró de mi vida cuando yo era un niño de 10 años. Lo importante es el misterio sobre la muerte de él que nunca me fue revelado por un acto de compasión. Me dijeron que fue de muerte natural, pero yo esa noche escuché una explosión", recordará el escritor en la entrevista para la Televisión Española.
Va a vivir una temporada con sus abuelos. Viaja por primera vez a Buenos Aires, invitado por un tío.

1938
A los 16 años, comienza a trabajar como periodista en medios gráficos. Su primer trabajo es como cronista de cine de un periódico independiente llamado La Semana.
1941
Cursa estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba y en la Universidad Nacional de Tucumán, pero no concluye la carrera.
1949
Es nombrado jefe de las secciones de artes, letras y espectáculos en el diario Los Andes de la provincia de Mendoza. También es corresponsal del diario La Prensa de Buenos Aires.
1953
La editorial Fabril publica, en Buenos Aires, su primer libro de cuentos, Mundo animal.
"Los sueños y la muerte adquieren enorme importancia en la obra de Di Benedetto. Y ambos conceptos se entrelazan. [...] La muerte posee un carácter liberador. La muerte es un sueño. En ‘Reducido’, el perro soñado por el personaje le pide que vaya con él a los sueños, al sueño de la muerte. En ‘Bizcocho’ para polillas luego de una soledad extrema, del apolillamiento que genera el destierro, el personaje le pide a esas propias polillas que lo trasladen al sueño de la muerte: ‘Ahora están comiendo mi corazón, ahí han llegado las penetrantes, y yo siento, cada vez más, un grande alivio, como si fuera entrando en un sueño, pasito, pasito...’ [...] La única forma de no muerte, la única forma de combatir la no existencia, es asediar la nada, porque la nada no es la muerte física. La verdadera muerte es la nada en vida. En ‘Caballo’ en el salitral, la muerte, generosa, asedia ella misma la nada y se transforma, en un ciclo inevitable, en generadora de vida. ‘No importa, porque la madre ha encontrado nido hecho donde alumbrar sus huevos. Como una mano combada... la cabeza invertida del caballito ciego acoge en el fondo a la dulcísima ave. Después cuando se abran los huevos, será una caja de trinos", señala Jorge Hardmeier, en la Revista Trinacional de Literatura y Arte, Chile-Argentina-Perú, el 1º de abril de 1999.
Sobre el origen de su vocación de escritor, Di Benedetto dirá en la entrevista realizada por la Televisión Española:
"Yo creo que aprendí a contar gracias a mi madre porque de niño ella era muy animadora de las noches y se dedicaba a contar cosas de mi sufrida y aventurera familia (…) Mi padre dejó muchas cosas escritas, algunas publicadas".

1954
Su libro de cuentos El pentágono es publicado en Buenos Aires, por Ediciones Doble P.
"En palabras de Jimena Néspolo, autora del prólogo de esta nueva edición, El pentágono logra ‘poner en jaque ciertas pautas de construcción realista del relato [...] donde todas las alternativas argumentales son posibles puesto que los diversos porvenires conviven en una imagen incompleta, no falsa, del universo amoroso’.
Su pluma gira sobre sí misma, melodiosa, estilizada. Sus monólogos de oraciones cortas (‘Laura no está porque no es. Laura es aquello a lo cual se tiende.’) denotan la extrañeza que anida en las relaciones humanas. Asociado con las tradiciones de vanguardia, Di Benedetto confesó acerca de este libro: ‘Transcurría la década del 40, y, saturado de novela tradicional, cometí el atrevimiento, en grado de tentativa, de ‘contar de otra manera’. Así provoqué esta novela en forma de cuentos.’ Como en un film onírico dirigido por David Lynch, ‘El pentágono’ fuga hacia lo absurdo y lo fantástico, produciendo una realidad literaria única, irreductible a lo referencial o realista. Como cuando el protagonista es obligado a meterse en el barro y chapalear durante un careo judicial (‘Aparte de ser una alusión, importaba colocarme en situación de inferioridad frente al otro’), o la incoherencia que lo asalta al descubrir que su novia vive dentro... ¡de un contrabajo!", escribió Eugenia Zicavo, a propósito de la reedición del libro, en el Diario Perfil, Suplemento Oh, Buenos Aires, 20 de noviembre de 2005.

1956
Ediciones Doble P publica en Buenos Aires, su novela Zama.
"Zama no se rebaja a la demagogia de lo maravilloso ni a la ilustración de tesis sociológicas; no se obstina en repetirnos las viejas crónicas familiares que marchitan la novela burguesa desde fines del siglo XIX; no divide la realidad, que es problemática, en naciones; no pretende ser la suma de ningún grupo o lugar; no da al lector lo que el lector espera de antemano, porque los prejuicios de la época hayan condicionado a su autor induciéndolo a escribir lo que su público le impone; no honra revoluciones ni héroes de extracción dudosa, y sin embargo, a pesar de su austeridad, de su laconismo, por ser la novela de la espera y de la soledad, no hace sino representar a su modo, oblicuamente, la condición profunda de América, que titila, frágil, en cada uno de nosotros. Nada que ver con Zama la exaltación patriotera, la falsa historicidad y el color local. La agonía oscura de Zama es solidaria de la del continente en el que esa agonía tiene lugar", escribió Juan José Saer en El concepto de ficción, Seix Barral, 1997.
Es nombrado Director del Teatro Independencia de la Universidad Nacional de Cuyo y trabaja como corresponsal del diario La Prensa en América y Europa.
Recibe el Primer Premio otorgado por en el Concurso Nacional de Cuentos del Diario La Razón.
1957
Aparece, en Buenos Aires, su libro de cuentos Grot que será reeditado en 1969 con el título de Cuentos claros.
"Conectado con Arlt por su sensibilidad gozosa por la vileza, y con Borges por la silenciosa parquedad con que desliza lo fantástico en lo cotidiano, Di Benedetto aparece a la reflexión como el puente entre ambos, como la tercera pluma, que da sentido de conjunto a una época clave de la literatura argentina. Los tres mantienen su personalidad irreductible, pero poco a poco, por detrás de intentos infructuosos por enfrentarlos, se van consolidando las líneas comunes. Por ejemplo, mientras en el mercado interno y externo se celebraba la orgía de ‘latinoamericanismo for export’, los tres se mantuvieron ejemplarmente alejados de magias y folklores, una línea que gracias a ellos y otros escritores notables identifica hoy a la literatura argentina, aunque el costo en ventas internacionales sea, por ahora, grande. En estos cuentos queda particularmente claro uno de los motores narrativos de Di Benedetto: en esos personajes que recurren al amor como una sublimación de sus soledades, como una ficción que simule vínculos con el mundo, queda plasmada esa ambigua interacción entre el exterior y el interior, esa suspensión existencial en que viven sus personajes y muchos argentinos, y que es uno de los sellos del gran escritor", escribió Jorge Barón Biza, en La Voz del Interior, Córdoba, el 17 de agosto de 2000.
Recibe el Premio Provincial D’Accurzio y el Primer Premio de los Retratos Nacionales de Literatura de la Región Andina.

1958
Su libro de cuentos Declinación y Ángel es publicado en Mendoza por la Editorial Inca.
"Un prologuista de mis libros habló de la literatura experimental que yo hacía. Era cierto porque yo trataba de buscar cada vez una forma distinta. Y eso me vino de un gran cansancio porque algo me marcó leer a Balzac y haberme empalagado. Y dije: la literatura no debe ser así, debe cambiar ante todo. Y lo fui intentando", señala en la entrevista realizada por TVE.
Es convocado por Jorge Luis Borges, director de la Biblioteca Nacional, a dar una conferencia sobre la literatura fantástica argentina. Por ese motivo, viaja a Buenos Aires.

1960
El 5 de mayo se estrena, en Buenos Aires, el film Álamos talados, con dirección de Catrano Catrani y guión de Abelardo Arias y Antonio Di Benedetto.
El Gobierno francés le otorga una beca de estudios de periodismo en París.
Es representante de La Prensa en el Festival Cinematográfico Internacional de Cannes de ese año.
1961
Aparece en Buenos Aires, su libro de cuentos El cariño de los tontos (editorial Goyanarte).

1963
Concurre como invitado a los Festivales de Cine de Berlín, San Sebastián y Santa Margherita de Ligure y del Teatro de Suiza.

1964
La editorial Troquel, de Buenos Aires, publica la novela El silenciero, con prólogo de Juan José Saer.
"Las tres principales novelas de Antonio Di Benedetto, Zama, El silenciero y Los suicidas, en razón de la unidad estilística y temática que las rige, forman una especie de trilogía y, digámoslo desde ya para que quede claro de una vez por todas, constituyen uno de los momentos culminantes de la narrativa en lengua castellana de nuestro siglo. En la literatura argentina, Di Benedetto es uno de los pocos escritores que han sabido elaborar un estilo propio, fundado en la exactitud y en la economía y que, a pesar de su laconismo y de su aparente pobreza, se modula en muchos matices, coloquiales o reflexivos, descriptivos o líricos, y es de una eficacia sorprendente. [...] De sus construcciones novelísticas, el capricho está desterrado. Su arte sutil va descartando con mano segura las escorias retóricas para concentrarse en lo esencial. De ese arte singular, El silenciero es una de las cumbres. Aparecida por primera vez en 1964, esta novela prosigue el soliloquio narrativo iniciado con Zama en 1956 y que se prolongará en Los suicidas, publicada en 1966, formando un sistema tácito que se propone representar el mundo, del que el ruido, en El silenciero, no es más que una variación metonímica, como "un instrumento de-no-dejar-ser", escribió Juan José Saer, en el prólogo.
La Subsecretaría de Cultura de la Nación le otorga el Gran Premio de Novela.

1967
Es nombrado Subdirector del Diario Los Andes, de Mendoza.

1969
La novela Los suicidas recibe por unanimidad la primera mención del concurso organizado por Primera Plana y la Editorial Sudamericana. El jurado fue integrado por Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos y Leopoldo Marechal.
"En Los suicidas el narrador-protagonista se sueña desnudo. ¿Qué otra imagen más clara para describir el deseo de vuelta al refugio inicial frente a la insoportable y abrumadora presencia del contexto exterior? Y, en esta novela, la figura de la madre o de la amante-madre adquiere, también, un valor esencial y la espera y la búsqueda, al igual que en Zama o El silenciero no concluye jamás, como si se tratara de un bosque tupido, detrás del cual hay otro bosque y otro y otro, sin solución de continuidad. ‘Debo vestirme porque estoy desnudo. Completamente desnudo. Así se nace.’ Es decir, recomienza la búsqueda de esa soledad-refugio. [...] El padre y el mundo exterior son los dos elementos poderosos que hostilizan al hombre, sin permitirle ese estado idílico que tanto anhela. ... En Los suicidas el agobio ejercido por el mundo exterior y que provoca la determinación de alcanzar la muerte por mano propia, está centrado en la figura del padre. Finalmente, el personaje principal logra aislarse del aura de muerte que le ha legado. Pero no es el caso de los jóvenes suicidas (cuyas connotaciones el propio personaje investiga): ‘Eligieron el revolver por la rapidez. Lo hurtaron del padre verdugo’", escribió Jorge Hardmeier en la Revista Trinacional de Literatura y Arte, antes citada.
Sobre esta novela, Di Benedetto dirá:
"Este libro es bastante franco sobre este tema (los suicidios en su familia) y hay un capítulo que narra lo que sucedió con mi abuelo y mi primo. La lucha entre el abuelo y el nieto por la misma mujer", de la entrevista realizada por la Televisión Española.
El gobierno italiano lo condecora como Caballero de la Orden de Mérito.

1971
Recibe la medalla de oro de la Alliance Française.

1973
Es designado miembro fundador del Club de los XIII, un grupo de trece escritores y críticos argentinos que otorga, todos los años, un premio a la mejor obra narrativa del año anterior.
Se desempeña como crítico de cine en el Festival Cinematográfico Internacional.

1974
Recibe la beca Guggenheim.

1975
Se publica, en Buenos Aires, una antología de sus cuentos bajo el título de El juicio de Dios (editorial Orión).

1976
Pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo, Di Benedetto es secuestrado por el Ejército.
"En una entrevista de María Esther Vázquez a Adelma Petroni, una escultora amiga del escritor, nos enteramos de algunos datos puntuales referidos a la gestación de estos cuentos durante los diecinueve meses en que Di Benedetto estuvo preso por la junta militar: ‘Primero estuvo detenido unos meses en Mendoza, en el Colegio Militar. No se lo podía ver, pero sí llevarle ropas y alimentos. Cuando lo trasladaron sorpresivamente a la Unidad 9 de La Plata, no nos dijeron adónde lo habían llevado. Empezamos a buscar con Bernardo Canal Feijóo, y los dos, cada uno por su lado, logramos saber su destino. [...] Estuvo preso un año y siete meses, desde marzo de 1976 hasta septiembre de 1977. Yo pedí a todo el mundo que hiciese lo posible para lograr su libertad. Finalmente el Premio Nobel de Literatura Heinrich Böll le envió un telegrama a Videla’. Antonio Di Benedetto sufrió cuatro simulacros de fusilamiento y numerosos golpes. Sin poder escribir, porque le rompían todos los papeles, encontró entonces un ardid: ‘Me mandaba cartas donde me decía: ‘Anoche tuve un sueño muy lindo, voy a contártelo’. Y transcribía el texto del cuento con letra microscópica (había que leerla con lupa). Después esos cuentos se editaron bajo el título de Absurdos. Con el anticipo que le dio el editor viajó a Europa, dio algunas vueltas y se instaló en España’", relata una nota de Jimena Néspolo, publicada en el suplemento Radar Libros, de Página 12, el 12 de septiembre de 2004.

1977
El 4 de septiembre es excarcelado gracias a las gestiones de personalidades como Ernesto Sabato, Heinrich Böll y Victoria Ocampo.
Marcha al exilio, primero en Estados Unidos. Después viaja a Francia y España.

1978
La editorial Pomaire, de Barcelona (España) publica su libro de cuentos Absurdos.
"Los cuentos recopilados en Absurdos vuelven a intranquilizar. Los relatos que integran este libro fueron escritos en la cárcel. Como sabemos, la dictadura argentina tuvo prisionero a Di Benedetto 18 meses. [...] El recorrido de los cuentos es arduo; a causa de una prosa fragmentaria, quebradiza y opaca, pero ideada con procedimientos narrativos de una eficacia sorprendente. ‘Renato ha despertado, con las elementales medicinas de las caricias y el agua. Lo vela el cariño de dos seres que no se apartan de él.’ ‘Anochece. Alborea. Jonás ha salido a comprobar el alcance de la devastación…’ Si bien podemos leer a la dictadura como el fantasma que acecha, desde un fondo oculto y simbólico, a todos los cuentos que se han reunido en el libro, también podemos decir que la inteligencia, el rigor y la economía de un estilo no pactan con lo previsible. La destrucción de la identidad socavada por la obsesión, en ‘Hombre invadido’; la pulverización de la voluntad que sufre el personaje de ‘Obstinado visor’; la traición y la muerte de Lumila causadas por su perro ‘Fiel’; son sólo derrotas que cuentan historias… ¿o cuenta una historia?", escribió Carolina Sager para el diario El Ciudadano, Suplemento de Cultura, Rosario, 17 de enero de 2005.
1979
Se estrena, en Buenos Aires, el film El juicio de Dios, dirigido por Hugo Fili, según cuento homónimo de Antonio Di Benedetto.
Recibe el Premio de Roma, "Italia - América Latina".

1981
La editorial Bruguera, de Barcelona, publica Caballo en el Salitral. La presentación del libro está a cargo de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Manuel Mujica Láinez.
Recibe una beca otorgada por la Fundación Mac Dowell, de Estados Unidos.

1983
La editorial Bruguera publica, en Buenos Aires, Cuentos del exilio.

1984
Recibe el Premio Konex Diploma al Mérito y el Konex de Platino en el rubro Novela: Primera Obra publicada después de 1950.
Es nombrado Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras y Asesor de la Secretaría de Cultura de la Nación.

1985
Regresa definitivamente a la Argentina.
La editorial Alianza, de Madrid (España), publica su novela Sombras, nada más.
Recibe el Premio Esteban Echeverría, otorgado por la Asociación Gente de Letras.
Es convocado por el gobierno de Raúl Alfonsín para ocupar un cargo de asesor en la Dirección Nacional del Libro. Su contrato no es renovado por "razones de austeridad". Sobrevive sus últimos meses con un modesto empleo en la Casa de Mendoza.
1986
Recibió el Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
El 10 de octubre, muere víctima de un derrame cerebral.
Luego de su muerte es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Cuyo.

1987
La editorial Sudamericana publica Páginas escogidas.

1999
Adriana Hidalgo Editora comienza a reeditar la totalidad de su obra.

2 comentarios:

Admirado por Don Roberto Bolaño, siempre impresionante Di Benedetto.

Un saludo,

MANUEL MOYA dijo...

Impresionantes amabos, Pedro. A Bolaño casi lo he descubierto ahora. Hace alos que comencé 2666 y no me gustó el comienzo y lo abandoné. Hace poco volví a él a través de Los detectives salvajes, que me gustó muchísimo, y ahora estoy acabando 2666, que me está gustando igual o más. Siempre he desconfiado de los autores de moda y Bolaños parece estar de moda, pero es bueno, muy bueno. De Di Benedetto qué pueedo añadir que no esté dicho en el blog. Un maestro.