BASURA

Va cayendo el día. Los campos están preciosos. Desde aquí contrasta el dorado de los castaños con el verde azulenco de los olivos y el color tierra de los corrales. El naranjo de Vitorino ya tiene naranjas.Por ahora son verde-amarillentas. Pequeños planetitas colgando del árbol. Un lujo. Ah, y comienza a hacer frío.

En la última entrada del blog hablaba, creo, de la extrema necesidad que esta sociedad narcotizada tiene de los sindicatos y las asociaciones obreras. Esta mañana se han reanudado los trabajos de la basura en Madrid. Los madrileños, gente que tiende a creerse el puritito centro del Universo -la última chupada del mango, que diria una amiga mía-, han visto cómo la basura llegaba hasta sus puertas y se han puesto como basiliscos, madre mía. Todos los días, sin embargo, hay huelgas de basura en distintos lugares de España. Miren cómo están las cosas: las empresas de limpieza  no producen bienes de consumo, por tanto no pueden especular sobre los bienes que produce o cambiar de productos. La empresa toma un servicio por el que la comunidad le paga, en este caso los consumidores a través del filtro del ayuntamiento, y al final de cada ejercicio se embolsan una pasta. Pero las empresas, antaño comedidas y tal, ya no se conforman con ganar la pasta acordada acordado, sino que quieren exprimir un poquito más sus beneficios y sus cosas. Los directivos se aumentan sus sueldazos sólo si consiguen más beneficios, brother y el fin último de todo directivo es subirse su sueldo, escalar en lo suyo y ríase la gente. Al capitalismo a ultranza, el nacido tras la caída del muro de Berlín, el que ha infectado la economía en estos últimos años, sólo le interesa la tierra quemada, el beneficio puro, el crecimiento a ultranza. Los beneficios a costa de lo que sea. Lo demás son pamplinas de antisistemas, mariconerías, jandadas. Y la única forma de obtener beneficios en el sector de la basura es reducir temerariamente las plantillas, poner a currar mucho más a quienes se salvan de la espada del despido (es lo que llaman, pobreticos, competitividad y todo eso) y, por supuesto, como favor de los supervivientes, rebajarles los sueldos, maniatarlos algunos fines de semana y cuidadín cuidadín, porque afuera hay millones de hambrientos capaces de trabajar por casi nada. Esto es lo que ha venido ocurriendo con el servicio y las empresas de la basura en cientos de ciudades españolas hasta la fecha. La jugadita les había salido bien hasta ahora. Pero, claro, Madriz es mucho Madriz. Cualquier cosa que ocurra en Madrid se magnifica. Allí están, queridos, los grupos de presión, la cosa mediática y todas sus mulas. Aun así, en un ejercicio suicida, estos magnates de la basura quisieron llevar a sus currelantes hasta el límite, es decir a la condición de neo-esclavos. Y la han cagado, porque los currelantes madrileños de la basura estaban organizados, y no parecían muy dispuestos a perder lo suyo sin tocarle un poco los cataplines a los de arriba. Después de diez días de huelga, después de convertir a Madrid en la capital excrementicia del mundo, ahí e sanda, y de sacarles los colores tanto a los mercaderes de la cosa, como a los responsables políticos, los buitres no han tenido más huevos que ceder. No es una victoria completa de los trabajadores y de los sindicatos porque ahora sus condiciones son peores que las que tenían hasta hace dos semanas, pero han conservado sus sueldos y sus empleos, dándonos a los demás ciudadanos la sensación de que la guerra abierta contra el ultracapitalismo no se ha perdido del todo y de que los trabajadores de la basura madrileña han puesto el dedo en la llaga al sacarlos de sus despachos y obligarlos a dar la cara. Que aún quedan bastiones, esperanzas en el futuro de todos. Que hay que perder el miedo, porque cada vez, ay, queda menos que perder. Lo decía en la última entrada: últimamente venimos asistiendo a un muy sibilino acoso a los sindicatos a cuenta de los "pelotazos" y corruptelas de algunos de sus dirigentes. Escuchar esto de manos de los empresarios no me extraña porque su labor es exactamente acabar con el sindicalismo, defenestrarlo, quitárselo de en medio, utilizando los casos de corrupción sindical en provecho propio. Distinto es escuchar este discurso de labios de trabajadores. Los trabajadores son/somos los primeros interesados en echar de sus garitas a estos corruptos que hablan en su/nuestro nombre, pero a renglón seguido hay que organizarse, porque sin trabajadores que limpien las calles y retiren la basura, las ciudades son puros estercoleros, y sin trabajadores que currelen en las fábricas o vareen los olivos, no hay productos y beneficios para estos buitres de la libertad y de la economía. Los basureros nos han dado su lección y marcado el camino. Ahora nos corresponde a todos tomar nota.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Te echamos de menos por aquí