ANDALUCIA SIN IR MÁS LEJOS

ANDALUCÍA SIN IR MÁS LEJOS



Cuando los políticos viven una realidad paralela que ignora y soslaya los verdaderos problemas ciudadanos, cuando no solucionan el día a día de los ciudadanos en cuestiones como salud, trabajo, dignidad personal y educación, los ciudadanos acaban por dejar solos a los políticos y o bien buscan en otros caladeros o les hacen la pirula. Es lo que ha pasado.
 
No se puede estar al mismo tiempo con las grandes corporaciones, con los intereses de una determinada clase social a la que eufemísticamente llamamos mercado, y con los ciudadanos de a pie, mayormente trabajadores, a quienes no se le acaban de revertir los recortes sociales, económicos y democráticos, que tan rápido se le quitaron con la coartada de la recesión. 
 
En su día los ciudadanos aceptaron la crisis y sufrieron estoicamente los recortes y los esfuerzos extras que conllevaba. Todo o casi todo el peso recayó sobre ellos, sobre nosotros. Muchos perdieron sus empleos o la calidad de sus empleos, llegando a extremos de convertir el empleo en una especie de esclavitud encubierta, con horas que nos se pagan o cotizan, condiciones paupérrimas y sueldos de miseria, sin que nadie dijera, hasta aquí llega la linde.
Por si esto no era suficiente, vieron cómo recortaban las becas a sus hijos, las prestaciones de salud y educación y se ponía en tela de juicio el fondo que habían construido para la jubilación y éste parecía como una gracia o dádiva de los comendadores políticos a la mesnada. 
 
Cuando desde sus altos y coloridos atriles, unos y otros cacareaban la inminencia de la recuperación o la recuperación misma, esos castigados ciudadanos siguieron con los mismos sueldos y condiciones esclavistas implantados durante la recesión, siguieron viendo que no había futuro para la clase trabajadora, siguieron sufriendo cómo los chavales, sus chavales, tenían que seguir marchándose en busca de lugares donde SÍ había condiciones y salarios dignos, y que lo del trabajo precario, los sueldos y las condiciones laborales neo-esclavistas y los recortes educativos y sanitarios no sería la excepción sino la regla, entonces, digo, esos ciudadanos eligieron romper el contrato que los unía de manera simbólica con los partidos políticos, mayormente con los de izquierda, que son quienes tienen su base electoral en los zarandeados trabajadores y mientras durante el día de las elecciones unos se quedaron en casa, conscientes de que los de los atriles y la flor en el ojal jamás mirarían por ellos, otros se dedicaron a romper cristales, por donde, todos tememos que durante cuatro añitos vamos a pasar mucho frío. 
 
 
Y en esto, me temo, está la explicación a tantas cosas en esta tierra nuestra, primera productora mundial de señoritos, unos con rancio -y pestilente- pedigrí y otros, ay, empoderados bajo el pedigrí de unas siglas que taparon durante lustros su inoperancia, su endogamia partidista y, lo que es casi peor, su sentido de clase. 
 
 
Diremos, para finalizar, como aquella última reina mora, al ver cómo se perdía su Granada y delante no quedaba sino la tierra del exilio: No llores como un niño lo que no has sabido defender como hombre (ella utilizaba otros supuestos, pero no está el horno para bollos ni yo para coscorrones). Y sí, hará frío, nos vamos a arrecer de frío.
 
Todo será bueno, si la izquierda de la flor en el ojal, consigue saber dónde y con quiénes está y comienza a construir para todos -para todos- algo parecido a un futuro.

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