ORDEN Y DESORDEN

Probablemente el hecho histórico más importante en la vida de tipos como yo, que rozamos los 60 años, haya sido la caída del muro de Berlín. Con ella cambió no sólo un modo de vida, sino también un modo de concebir la política, es decir el contrato entre Individuo y Estado. Hasta entonces el capitalismo había sido cauto, prefiriendo el bien colectivo y la redistribución social del dinero y de las oportunidades a una fractura que nos pusiera a todos del lado de allá. Sin muro, el capitalismo salvaje tomó la calle y asaltó todas las bastillas posibles. Se lo ha llamado eufemísticamente globalización, pero no, lo verdaderamente significativo de ese nuevo capitalismo ha sido la preponderancia del dinero -del mercado- sobre el bienestar social. Para ello el capitalismo ha desarmado a los Estados, ha urdido una trampa en torno a ellos, que en estos momentos son meros rehenes de las fuerzas económicas, que son las que rigen los destinos del mundo. Es evidente que tal cosa ha conducido al descrédito de la política por ser ésta cómplice de todo el proceso de desmantelación del espacio social o por no haber sabido defenderse del mercado. Los populismos nacen cuando a una sociedad no le queda esperar nada de los políticos rehenes y cómplices necesarios del status quo, cuando esa sociedad entiende que estos políticos están más pendientes de la bolsa y los indicadores económicos que de las necesidades y expectativas de futuro de sus ciudadanos. La sociedad entonces busca con desesperación offsiders, gentes que no hayan caído en manos del capital o que estén tan dentro de él que hayan sabido sacarle tajada. Es, por ejemplo, el caso de Macron en Francia. Pero Macrón no es sino más, mucho más capitalismo, como lo son Trump, Macri o Bolsonaro (por no hablar aquí de Rivera), que no sólo no pueden revertir la situación, sino que la hacen aún más invivible para la ciudadanía quien tratan de arañar el poco poder que les queda. Y ya se sabe, cuando no hay esperanza posible en el orden, las esperanzas huyen como ratas hacia el desorden.

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