SE VENDE

SE VENDE
Se vende. Desde el sillón donde escribo, separado por intrincados corrales, aparece el lienzo de la calle Sola, con sus casas en cuesta, montadas unas sobre otras. En esa, la del balcón, la más hermosa -ay- un cartel colgado del balcón anuncia que se vende. Es un cartel rojo que contrasta con la luz blanquísima que parece emanar de la fachada. Se vende. Tras el cartel la oscuridad, un interior de paredes sombrías, sus habitaciones, sus sombras. Me gusta esa casa. Siempre. Cada día la miro desde mi bastión y me acompaña en el discurrir de las líneas, es testigo muda de mis mudanzas, de mis caídas, de todo esto mío. Esa casa penetra cada día sobre mi conciencia, resuelve mis dudas, es una compañera más de esta soledad. Yo la miro, ella me mira. Se vende. Un cartel rojo, como una herida, se asoma a mis ojos. Todo está en venta.
El amigo Paco Huelva ha escrito hoy en un periódico regional este pedazo de artículo. Creo que la clava.
http://www.elperiodicodehuelva.es/index.php/component/k2/item/17026-los-malhechores-no-duermen
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CAZA MAYOR
 a José María Merino
Estaba preparado cuando apareció el oso. Era exactamente el que nos había descrito aquella misma mañana el monitor en el pueblo. Tomé el rifle, adelanté el pie y me dispuse a poner su corazón justo en el punto de mira de la telescópica. Están bien empleados los 10.000 euros, pensé mientras apretaba el gatillo. Marqué el número justamente cuando el animal aún se debatía sobre la hojarasca. Se puso mi hijo y, emocionado, le narré cómo había matado yo sólo al oso y añadí que acaso en ese instante aún le quedase un pálpito de vida. Mi hijo guardó silencio. Luego, tras pensarlo, me dijo: papá, cuando vuelvas, quiero que mates a mi maestra.

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